Desde el trabajo en equipo hasta la necesidad de adaptarse, hay muchas similitudes entre conducir una empresa y un barco.
«Hablad a los marineros. ¡Maniobrad con pericia, o vamos a encallar! ¡Apresuraos! ¡Apresuraos!», dice William Shakespeare al comienzo de La tempestad. El dramatismo de la escena del naufragio describe la desesperación de un grupo de marinos superados por el temporal: truenos y relámpagos, olas rugientes, un rey y su corte refugiados bajo la cubierta. El cuadro anticipa la inminente tragedia. Por su tono cambiante y por las situaciones extremas a las que somete a los que osan enfrentarlo, el mar y sus elementos constituyen la mejor metáfora del mundo de la empresa.
En el barco -como en cualquier compañía- debe existir liderazgo, es necesario el trabajo en equipo para obtener resultados, hay que tener capacidad de adaptación a situaciones cambiantes, se debe tener una visión, los roles y las tareas deben estar perfectamente definidos, hay que superar a los competidores y se deben cumplir los plazos. Las similitudes son innumerables.
En su libro Team Spirit, Brendan Hall se pregunta cómo crear una tripulación efectiva, armónica y competitiva con un grupo de personas diferentes, algo que preocupa a los CEO de las empresas y a los capitanes de navíos de todo el mundo. Hall resume los aprendizajes que le dejó correr la célebre Clipper Round the World Yacht Race -una difícil regata alrededor del mundo- en cinco cualidades enteramente humanas: inspiración, preparación, trabajo en equipo, persistencia y coraje.
1) Inspiración
El entusiasmo del líder es imprescindible para motivar e inspirar a su tripulación. Al respecto, Martín Meilán, empresario y capitán de veleros clásicos, decía: «Siempre me gustó flotar. También la competencia, la adrenalina que se genera en la largada». Hall describe el recibimiento de la llegada: el disparo de un cañón, la multitud que alienta, la alegría del equipo ganador. También las dudas antes de la largada, la necesidad de probarse que se es lo bastante bueno y el ponerse manos a la obra para ahuyentar esos fantasmas. En el libro mencionado, sostiene: «El capitán que mejor gestiona y motiva a su gente será el que gane. Debo mantener mi foco en un simple hecho: es 20% navegación y 80% gestión de las personas».
2) Preparación
El primer paso es incorporar conocimiento, tanto propio como el de otros que hayan corrido regatas similares. Cada ruta es diferente y consultar la experiencia de los conocedores es la manera más inteligente de prepararse para los momentos difíciles. Hacer preguntas como «¿cuál es tu mayor aprendizaje sobre la regata?, «¿qué harías diferente si pudieras?», «¿qué cosas hiciste bien?» ayudará de manera impensada. Repasar cada mínimo detalle es esencial para ganar. Según sintetiza Meilán, las regatas se ganan antes de la largada.
3) Espíritu de equipo
Es probable que no existan otros equipos en los que el conocimiento, la confianza y la coordinación entre sus miembros sea más crítica que en la navegación a vela y en el remo. No es casual que la palabra «equipo» tenga su origen etimológico en el francés «embarcar». Guillermo Parada, patrón del Azzurra, barco campeón en 2015 de la 52 Super Series, una de las categorías más competitivas del circuito de yachting del mundo, tuvo a su hermano como primer coequiper. Con él ganaron regatas internacionales compitiendo contra barcos muy superiores. Hoy comanda a un grupo de treinta experimentados náuticos. Durante una entrevista, sostenía que lo importante es la actitud del equipo: «Nos damos la mano, cerramos los ojos y nos vamos a romper la cabeza, porque cuando uno del equipo afloja un poquito, los otros barcos te pasan por encima». Un espíritu de lucha y de compañerismo que sería la envidia de cualquier líder empresario.
4) Persistencia
Esteban Kallay corrió su primera regata Buenos Aires-Río de Janeiro en 2005 antes de cumplir dieciocho años. Era el competidor más joven. Es Ingeniero Industrial y cursa su MBA en Sloan. Durante su segunda regata oceánica, una falla de materiales produjo la rotura del mástil. La preparación de varios años se había ido -literalmente- por la borda. A pesar de eso no se desalentaron y lo tomaron como aprendizaje. «Veníamos muy bien pero el palo se rompió. Aguantamos como equipo, nos mantuvimos unidos y conservamos el espíritu pensando ya en la revancha que llegó en 2011 cuando ganamos la regata y nos llevamos todos los trofeos», recordaba Kallay. No son pocos los que sostienen que la perseverancia es más valiosa que el talento.
5) Coraje
Como muestra La tempestad, estar en alta mar en medio de una tormenta requiere agallas. Mantener la calma y la compostura durante esos momentos puede ser la diferencia entre la vida y a muerte. Santiago Nottebohm es arquitecto y empresario. Navega desde que tiene memoria. Su experiencia incluye el cruce del Atlántico. «Recuerdo situaciones extremas en las que tuvimos que soportar vientos de 50 nudos. En esos momentos no hay tiempo para acobardarse. No es que no sientas miedo, pero si te dejar dominar por este, las consecuencias pueden ser fatales», decía Nottebohm. Superar las crisis manteniendo la mente fría para tomar decisiones es una de las habilidades más valiosas de cualquier líder, y la navegación es una manera concreta de formar el carácter. No es casual que al líder capaz de «capear el temporal» de los mercados se los conozca como «piloto de tormentas».
La navegación a vela ofrece una serie interminable de aprendizajes que se pueden volcar al mundo de la empresa. La habilidad de gestionar lo que está ocurriendo, de liderar el equipo, de dar prioridades y de tomar decisiones rápidas para los eventos de rutina y -al mismo tiempo- el estar preparado para las contingencias inesperadas son competencias directamente vinculadas al liderazgo empresarial. Por eso, sería una buena práctica que los CEO y sus equipos aprendieran de los viejos lobos de mar.
El autor es profesor de la Escuela de Negocios de la UTDT.
Fuente: Colaboración Héctor Tribulo – Proceso Técnico RUS.