Tomando como base el portal Precios Claros, los clientes pueden cotejar los valores de los artículos de la canasta básica.
El viejo consejo de «camine, señora, camine» de Lita de Lázzari se volvió más actual que nunca, ya que caminando distintos barrios de la ciudad se puede encontrar una diferencia de precios en algunos productos de 9% a 33%. Esto es lo que surge de un recorrido que hizo LA NACION por diferentes puntos, tomando como base la herramienta Precios Claros que lanzó el Gobierno para permitir al consumidor comparar valores en 20 cadenas comerciales.
Las diferencias no siempre tienen que ver con que el barrio sea considerado de mayor poder adquisitivo. Así es posible que en Saavedra, por ejemplo, un paquete de galletitas cueste más caro que en Palermo. En el primer caso unas galletitas de chocolate valen $ 22,50, mientras que en el último salen $ 18, un 25% de diferencia. En otros casos la ecuación se invierte, y se puede ver que la misma gaseosa de 2,25 litros cuesta en Palermo $ 37, mientras que en Colegiales o Vicente López, $ 33,79 (9,4% de diferencia) y $ 30 (23%), respectivamente.
«Las diferencias de precios pueden responder a condiciones diferentes de compras que tenga cada cadena, la posible incidencia de alguna dinámica comercial del proveedor o que la cadena decida por alguna estrategia tener un precio diferente», comenta Juan Vasco Martínez, director ejecutivo de la Asociación de Supermercados Unidos (ASU).
Las diferencias de precios atraviesan todas las categorías sin importar si se trata de artículos de primera necesidad o productos más suntuarios. El arroz doble carolina de una conocida marca (por 500 gramos) puede encontrarse en las góndolas de un local de Once a $ 24,25, en tanto que en un establecimiento de Colegiales su precio es de $ 32,29 (33% de diferencia). Otro tanto sucede con la leche en polvo: una bolsa de medio kilo de una tradicional marca cuesta $ 49,99 en Once, 43,79 (14% de diferencia) en Almagro y $ 42 en Palermo (19%).
En el sector destacan que una razón de esta distorsión de precios deba buscarse en el alquiler que pagan los establecimientos por el local que ocupan, ya que no es lo mismo estar en un barrio que en otro. «Según la ubicación del barrio y el corredor comercial, puede haber una gran diferencia en el alquiler que se paga, y eso suele repercutir en los precios de los productos», estima Germán Gómez Picasso, director de Reporte Inmobiliario. «Para generalizar, en alguna localización del conurbano puede pagar por el alquiler $ 15.000, mientras que en la Capital Federal, por un local similar, se puede llegar a pagar hasta $ 100.000», acota.
Siguiendo con las comparaciones, en los artículos de limpieza también se puede encontrar diferencia caminando los barrios. La misma variedad «multisuperficies» de una conocida lavandina cuesta $ 25,69 en un comercio de Colegiales y $ 29,89 en uno de Once, lo que da una diferencia de 16%. En ninguno de los casos mencionados, los productos están sujetos a alguna promoción o descuento.
También el café, otro producto incluido en Precios Claros, sufre estas distorsiones. El mismo paquete de un kilo de café molido cuesta $ 72 en Almagro y $ 62,99 en Saavedra, lo que da un 14,3% de divergencia.
Sin salir del barrio
La distorsión de precios llega hasta tal punto que también es posible encontrar diferentes valores en un mismo barrio. Es más, en un radio de 800 metros cuadrados se pueden encontrar divergencias, según un análisis que elaboró la consultora especializada en consumo Focus Market.
Así, por ejemplo, se puede ver que el arroz doble carolina de 500 gramos cuesta en un punto de venta $ 24,25 y en otro, $ 29, lo que da una diferencia de 20% que se logra con sólo hacer unos pocos pasos. Del mismo modo, el café molido clásico de un kilo sale $ 68 en un comercio y $ 78 en otro, marcando una brecha de 15%. En todos los casos, siempre se considera la misma marca para hacer la comparación.
En la categoría limpieza las diferencias también se hacen notar. Un detergente con aloe y limón de 600 cc tiene un precio de $ 35 en una cadena y de $ 44,99 en otra (el margen es de 28%). El jabón en polvo concentrado por 2,25 litros cuesta $ 109,25 en un sitio y $ 151 en otro (38%). La lavandina original se puede conseguir en una góndola a $ 24,10 y en otra a $ 31,30 (30%). «Precios Claros permitió mostrar que la brecha de precios, según las diferentes categorías, es entre 15% y 53% de diferencia, aunque, sin embargo, los consumidores están buscando un refugio para optimizar su gasto en otro tipo de canales que no aparecen en este sitio Web», explica Damian Di Pace, director de la consultora Focus Group, asesor de CAME y autor del estudio.
El trabajo está hecho sobre 109 categorías de productos sobre un análisis de 23.000 precios publicados en forma diaria, que deben ser actualizados de las 6 a las 10 de la mañana por las grandes cadenas de supermercados que están obligadas a publicar los artículos, sus precios y sus respectivas ofertas. Al cierre de esta edición, el sitio Precios Claros fue visitado 430.000 veces.
Las grandes superficies están haciendo, a través de las primeras marcas, promociones del tipo 2 x 1, 3 x 2 o hasta el 25% en determinadas categorías que la herramienta demuestra que tiene esa brecha de precio en la visita de un punto de venta a otro en un radio de 800 metros cuadrados. En este contexto de dispersión de precios, el desplazamiento de la demanda se da hacia el canal tradicional (carnicería, verdulería, granja) bajo la modalidad de reposición, y hacia el canal mayorista en una forma de compra social comunitaria con distribución del gasto entre familiares y amigos. Ninguno de estos canales está en la herramienta Precios Claros (es posible que se los incorpore en una segunda etapa).
Fernando Aguirre, vocero de la Cámara y de la Federación Argentina de Supermercados, admite que la gente se vuelca a formatos más pequeños: «En frescos, la demanda se corrió hacia verdulerías y carnicerías. En otras categorías lo que sucedió es que la gran cadena dejó un poco de lado las grandes superficies y se vuelca con una decisión muy firme a los pequeños comercios de 200 metros cuadrados. En el interior sucede algo similar», afirma Aguirre.
Fuente: La Nación.