Cinco opciones de inversión a largo plazo para asegurarse un retiro tranquilo sin depender del sistema previsional.
Hace unos días, el gobierno nacional anunció la reparación histórica a los jubilados, una más de las tantas que sucedieron en la historia de nuestro país. Los procesos inflacionarios generaron siempre desajustes muy grandes entre el haber previsional y el salario en actividad. Y por falta o manipulación de la movilidad previsional, las jubilaciones siempre estuvieron atrasadas y la única forma de corregirlo era a través de un juicio al Estado.
Del total de los jubilados actuales, sólo el 45% se jubiló cumpliendo los requisitos de edad y años de aportes. El 55% restante corresponde en un 17% a pensiones no contributivas y en un 38% a beneficiarios que necesitaron de la moratoria para acceder a la jubilación.
La proyección para adelante no es muy alentadora, ya que el país cuenta con más del 40% de la fuerza laboral en negro y que no realiza aportes (lo que implica que se pierdan el aporte patronal y el del empleado). A esto se suma que se necesitan mayores recursos para poder financiarlo: más del 40% de los recursos del sistema previsional provienen de impuestos generales, como el IVA o Ganancias, entre otros.
Frente a este panorama incierto que ofrece la jubilación, no existe un único método al momento de invertir, y lo más importante es pensar a largo plazo. Cada persona puede elegir la opción que más le guste, pero la clave del éxito será mantener el objetivo y la constancia.
Si bien nunca es tarde, no hay dudas de que lo mejor es empezar de joven. Si alguien va a preocuparse de la jubilación a partir de los 55 o 60 años, las chances de revertir la situación son muy bajas. Los jóvenes tienen el tiempo a favor, y para construir un capital complementario se necesita más tiempo que dinero.
El primer punto a tener en cuenta es diversificar el riesgo. Una correcta diversificación sería invertir en activos distintos de los que se invierten en el fondo de jubilaciones, y lo ideal sería estar posicionados en otra moneda o asumiendo riesgo de otros países. El riesgo a evitar es el argentino, porque si el sistema jubilatorio «colapsa» también sufrirá el resto de los activos reales o financieros locales.
De todas maneras, desde la Argentina también existen opciones para invertir pensando en la futura jubilación. A continuación, cinco alternativas.
Seguros de retiro o vida con capitalización
Es la forma más fácil de empezar. Desde un pequeño aporte mensual (que puede partir del equivalente en pesos a 50 dólares) se puede construir un fondo que capitalizará en el tiempo. Al momento de la edad jubilatoria, podemos retirar el fondo o solicitar lo que se llama una renta vitalicia (del fondo obtenido se calcula la expectativa de vida y se obtiene una renta mensual de por vida que servirá para complementar la diferencia entre lo que se necesita para vivir y lo que se cobre de jubilación). Estos productos sirven para plazos de inversión superiores a los 10 años, porque los gastos fijos del producto impactan en la capitalización del fondo en sus primeros años. También se puede sumar un seguro que cubra el riesgo de vida, invalidez o enfermedad terminal para proteger a los seres queridos.
Títulos públicos
El mercado de capitales siempre es una opción ideal para el largo plazo. Históricamente, las inversiones en la Bolsa les ganaron la carrera al dólar y a la inflación.
En este sentido, los bonos argentinos se presentan como la mejor inversión con fines jubilatorios. Tienen plazos largos y se puede invertir con pesos en bonos nominados en dólares (de esta manera, el inversor compra en pesos, pero se garantiza un flujo y capital en dólares).
Una buena opción a la hora de pensar en la jubilación es el Discount ley argentina (DICA) que vence en 2033. Otro bono con plazo muy largo es el AA46, que vence en 2046, con una tasa interna de retorno (TIR) del 7,6% y ley Nueva York (la única contra es que requiere una inversión mínima de US$ 150.000 nominales).
En esta lista, también se puede incluir al Bonar 2024 (AY24), que vence en ocho años. Al permitir garantizarse un flujo de dólares con rendimientos que superan el 6 y 7% anual, sumado a los beneficios impositivos, los bonos deberían ser la opción número uno de cualquier inversor.
Acciones argentinas o del exterior
En el caso de las acciones, siempre es bueno invertir exclusivamente a largo plazo y no más del 15% del capital. Si no se quiere invertir en acciones argentinas se pueden utilizar los Cedear (certificados de depósito argentino), que representan las acciones del exterior que cotizan en nuestro país. De esta manera, se puede acceder a acciones de Apple, Citibank o Google, entre tantos otros. La contra de los Cedear: están operando con poco volumen y baja liquidez, lo que hace que muchas empresas que cotizan en Bolsa no estén disponibles, pero es interesante para estar diversificado, y de esta manera evitar el riesgo argentino.
La otra opción es operar directamente en el exterior armando una cartera con acciones denominadas blue chips. Se trata de papeles considerados más defensivos ante una eventual crisis, ya que representan a empresas o sectores consolidados, con alta liquidez, baja volatilidad y la mayoría paga dividendos. Unos buenos ejemplos de esta capacidad para sobrellevar los vaivenes de la economía son Coca-Cola o la cadena de supermercados Walmart.
Fondos comunes de inversión
Para los que no se animan a invertir en bonos o acciones en forma directa, desde el servicio de home banking se pueden invertir desde $ 1000 en distintos fondos administrados que tienen objetivos muy distintos. Se puede armar una cartera diversificada en distintos fondos, tanto en pesos como en dólares: fondos de dinero o plazo fijo, de renta fija, de acciones o mixtos. Además, desde el levantamiento del cepo muchos fondos están empezando a ofrecer inversiones en activos del exterior y directamente en dólares.
Metales, commodities, inmuebles, tierra o economía real
El oro u otros metales, como la plata, comprar una propiedad o tierra, siempre son una buena opción. A largo plazo se deben buscar inversiones que no estén nominadas en moneda local, ya que el peso argentino nunca fue un refugio y está claro que no mantiene el poder adquisitivo en el tiempo. El oro tiene una excelente reputación de funcionar muy bien como instrumento de cobertura frente a escenarios inflacionarios, debilitamiento de las monedas o turbulencias económicas. Su principal contra es que no genera ningún tipo de interés. Los inmuebles y el valor de la tierra, tanto por apreciación de capital como por la posibilidad de generar una renta, también siempre resultan alternativas muy atractivas.
En definitiva, el objetivo de invertir a largo plazo está pensado para crecer patrimonialmente y no tener que depender de la jubilación para vivir. Armar una cartera de inversión que en el futuro permita alcanzar la mejor jubilación es posible, aunque no existen las recetas mágicas.