La escuela de negociación de Harvard tiende a interpretar los conflictos como problemas a resolver. En otras palabras, hay posiciones antagónicas sobre la realidad y el desafío es lograr diseñar e implementar soluciones que no son evidentes a primera vista, debido a la falta de comunicación, creatividad y confianza entre las partes.
Frente a esta visión, William Zartman, politólogo y profesor de la Johns Hopkins University, argumenta que los conflictos étnico-religiosos como el de Irlanda del Norte o el árabe- israelí no se resuelven encontrando soluciones innovadoras, pasando de posiciones a intereses, ni fortaleciendo las relaciones entre las partes. Lejos de ello, estos conflictos se resuelven por desgaste; esto es, cuando el costo de seguir confrontando es tan alto, que las partes se ven obligadas a negociar.
Zartman llama a este momento la «madurez del conflicto». Solo en esta instancia las partes se pueden sentar a negociar. Las paritarias o las huelgas suelen ilustrar dicha dinámica. Zartman postula tres condiciones esenciales a la hora de evaluar la madurez de un conflicto:
Para terminar, el modelo de negociación ganar-ganar de Harvard suele demandar cambios contra-intuitivos en las personas. Si queremos que las inversiones en capacitación se traduzcan en cambios de comportamiento concretos, necesitamos generar cierta coherencia organizacional a nivel estructural. En este punto creo que el esquema de Zartman nos brinda el complemento perfecto.
El autor es socio de Ingouville, Nelson & Asociados
(fuente: http://www.lanacion.com.ar/1905853-salir-de-un-conflicto-que-parece-eterno)
Lectura sugerida por Presidencia del CA – Muchas gracias María Belén Gomez por aportarla.