
(f) Vox Populi vox Dei. En latín sería: “La voz del pueblo es la voz de Dios”, señalando que la voluntad popular se equipara con el designio divino.
Muchos autores lo adjudican a Hesíodo, quien es el gran autor de la antigüedad. Nació en Ascra, cerca de Tebas, campesino e hijo de comerciante, hacia la segunda mitad del siglo VIII adC. La tradición lo sitúa como contemporáneo e incluso rival en certámenes poéticos de Homero.
Otros autores hablan de que su origen en un antiguo proverbio de bíblico (Isaías, 66,6), que traducido literalmente del latín significa “la voz del pueblo, la voz de Dios”, establece la verdad de una cosa cuando la gente está de acuerdo. Comúnmente se
atribuye a la marca acuñada por la experiencia de la verdad en la lógica popular.
Ya los romanos la usaban con su sentido actual, pero no aplicada a cuestiones de elecciones.
En tiempos de la Edad Media se la esgrimía para consolidar algunas democracias parlamentarias.
Se cree que el que la potenció fue Alcuino de York (h. 735-804), teólogo y pedagogo anglosajón, afamado en la época del Imperio Carolingio, al incluirla en una carta dirigida al propio soberano Carlomagno (742-814).
Como toda “verdad” es relativa, ya que si el concepto de la frase fuese una verdad absoluta, ninguna elección sería discutible (salvo fraude) y hasta el propio Adolf Hitler habría sido llevado al poder por la gracia del altísimo.




