Se prevé que hasta 600.000 turistas visiten Brasil entre junio y julio para asistir a la máxima cita de fútbol en el mundo.
¿Se traducirá eso en un impulso significativo para la mayor economía de Sudamérica? No apueste en ello, dice Moody’s Investors Service en un informe publicado el martes. A pesar de todas miradas y visitantes que el Mundial atraerá, indican que el evento probablemente tendrá «efectos breves» en Brasil.
Sin duda, los turistas llenarán vuelos operados por Gol Linhas Aereas InteligentesS.A., alquilarán autos de Localiza Rent a Car S.A., y beberán mucha cerveza Brahama elaborada por la subsidiaria AmBev de Anheuser-Busch InBev NV. Pasarán por aproximadamente US$11.500 millones en nuevas terminales aéreas y estadios recién terminados o remodelados.
Pero la economía brasileña también tendrá que lidiar con días laborales perdidos y una reducción en la actividad económica durante el torneo que va del 12 de junio al 13 de julio. El impacto neto es una especie de esfuerzo en vano, indica la firma de calificación crediticia.
«Vemos un impacto pequeño en Brasil considerando la duración limitada del Mundial y el tamaño de la economía del país», apuntó Moody’s.
«El abarrotamiento y el tráfico hará que sea más difícil trasladar bienes y proporcionar servicios, y podría disuadir a los consumidores a realizar sus compras diarias de rutina, perjudicando así a minoristas de ropa, farmacias y ventas en gasolineras, por ejemplo», señala Moody’s. Ocurrirá de igual manera para el enorme sector de bienes básicos del país, incluyendo la explotación de mineral de hierro y los cultivos de azúcar y café.
Los efectos a largo plazo del torneo probablemente se limiten a cambios sobre cómo es percibido el país, en lugar de un impulso o golpe inmediato a las ganancias de las empresas, anota Moody’s. Un torneo sin inconvenientes podría elevar la confianza en el gobierno y el empresariado de Brasil. Pero el peligro es que un Mundial mal gestionado podría sumarse a la larga lista de decepciones que Brasil ha enfrentado en el último año.
En 2007, el año en que la FIFA eligió a Brasil como anfitrión del Mundial, la economía del país se expandió 6,1%. Brasil era el predilecto de los inversionistas, y proporcionaba la primera letra del acrónimo BRIC (Brasil, Rusia, India y China) aplicado a las economías emergentes durante un boom en los commodities y un auge en la inversión en el mundo en desarrollo.
El perfil de Brasil ya no luce tan atractivo, y algunos inversionistas advierten que el país derrochó su apogeo inversionista con una creciente deuda del gobierno y los consumidores. El país se encuentra al borde de la recesión y enfrenta rebajas en su calificación crediticia y una caída en la confianza popular en descenso en la habilidad del gobierno de mejorar la vida de los ciudadanos.
La repetición de las violentas protestas que mancharon la Copa Confederaciones, un ensayo del Mundial, en junio probablemente perjudicaría más la imagen de Brasil, afirma Moody’s. De igual manera ocurrirá si la nueva infraestructura del país no es capaz de soportar el influjo de turistas.
E incluso si no surgen protestas devastadoras, el beneficio de un evento deportivo gigantesco que se lleve a cabo en un país enloquecido por el fútbol podría ser solo una gota en el océano.
Los juegos solo duran un mes, «y el estímulo económico asociado»—que Moody’s coloca en US$11.100 millones— «palidece ante la economía de US$2,2 billones (millones de millones) de Brasil».
Fuente: Wall Street Journal (http://online.wsj.com/article/SB10001424052702304886904579473870575715470.html?dsk=y&mod=WSJS_inicio_MiddleFirst&mg=reno64-wsj&url=http://online.wsj.com/article/SB10001424052702304886904579473870575715470.html?mod=WSJS_inicio_MiddleFirst)