
Sin ninguna duda el desafío es gigantesco, por lo que el noble propósito amerita redoblar los esfuerzos para efectivizarlo. La misión es difícil, más el cooperativismo nunca ha renunciado a asumir las responsabilidades que la humanidad le ha otorgado.
En sus 171 años de vida el cooperativismo presenta una fecunda participación en diferentes actividades, al punto de estar reconocido como el mayor movimiento mundial con 1.000 millones de asociados.
En materia económica y social su gravitación en múltiples países es preeminente. Así lo indica su presencia y destacada participación en rubros substánciales: Agropecuario, Servicios Públicos, Consumo, Crédito, Trabajo, Servicios Sociales, etc. En los tiempos modernos la inserción en el campo de las comunicaciones cobra cada vez más relevancia; en tanto que el necesario “aggiornamento” del movimiento, para estar a la altura de las circunstancias, le posibilita incursionar en nuevas disciplinas.
El nuevo desafío del cooperativismo transciende a todo lo realizado por el movimiento hasta el presente, y por sobre el gran anhelo de la gran mayoría de la humanidad, del rol que le asignan gobernantes y relevantes pensadores es como protagonista de la paz.
El tema fue puesto sobre el tapete en el marco de la III Cumbre Cooperativa de las Américas, celebrada en noviembre en Cartagena, Colombia. En la ocasión Luis Eduardo Garzón, ministro de Trabajo del país anfitrión, en representación del Gobierno que encabeza el presidente Juan Manuel Santos, proclamó el apoyo de esa administración para suscribir un pacto que adopte el modelo cooperativo como instrumento clave para el postconflicto; refiriéndose a las trabajosas gestiones de paz que vienen desarrollándose desde 2012, entre el Estado colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias “FARC” (grupo guerrillero marxista-leninista conformado en 1964).
En la oportunidad el alto funcionario refiriéndose al cuadro de situación enfatizó: “No es cualquier escenario, no es cualquier coyuntura, no es cualquier momento”. Aprovechando la presencia de 1.500 participantes de diferentes países, solicitó el apoyo del cooperativismo internacional en el postconflicto, expresando que el pacto es un camino para avanzar en la formalización laboral y empresarial de esa Nación.
La voluntad de avanzar en dicho propósito no se circunscribe al Gobierno ni a su contraparte, correspondiendo señalar que en la misma dirección se pronuncian las autoridades de la Confederación de Cooperativas de Colombia “CONFECOOP”. Al respecto, el presidente de dicha entidad, Darío Castillo, sostuvo que “de la mano del cooperativismo se estará haciendo inclusión social”, aseverando “Una inclusión aun en la vida civil desde tantos territorios, que de una u otra forma han podido coexistir con unas fallas de mercado y con unas ausencias del Estado, gracias a que el cooperativismo sí les ha funcionado”.
Lo realmente importante es que tanto desde el Gobierno, como los beligerantes, coinciden en la necesidad de promocionar la economía solidaria, fundamentalmente por la idoneidad del cooperativismo para el desarrollo rural integral. Por otra parte, para llevar adelante el cometido resulta fundamental la persuasión de quienes conducen los destinos de la CONFECOOP, y el convencimiento de sus afiliadas.
En concordancia con tal posibilidad, la Alianza Cooperativa Internacional “ACI” brindó su respaldo, tras la emisión de un mensaje, a través del cual, resalta la importancia del modelo cooperativo, recordando, como ya ocurrió en otros países que superaron las guerras, tendrá durante el posconflicto un papel sustancial en la construcción de una nación pacífica, solidaria, equitativa, incluyente y próspera.
Sin ninguna duda el desafío es gigantesco, por lo que el noble propósito amerita redoblar los esfuerzos para efectivizarlo. La misión es difícil, más el cooperativismo nunca ha renunciado a asumir las responsabilidades que la humanidad le ha otorgado.
En consecuencia, la premisa para los cooperativistas colombianos se suscribe en abocarse a un proceso de reinserción, proyectando la creación de alternativas de trabajo y desarrollo; la historia le tendrá reservado el benemérito designio de auxiliar a personas predispuestas a dejar las armas e incorporarse a la vida civil, decididos a readaptarse bajo los principios y valores cooperativos.
Por: Aldo Norberto Bonaveri
(fuente: http://www.pregonagropecuario.com/cat.php?txt=6081#5dM7PiggsqdZzXKW.99)




