CUBA: realidad y perspectivas del cooperativismo

(f) CUBA: realidad y perspectivas del cooperativismo

Entrevista a Camila Piñeiro Harnecker, investigadora del Centro de Estudios de la Economía Cubana

Cuba se propone importantes cambios en su modelo socioeconómico, de impacto notable en la vida del país y en el afianzamiento de nuestros pasos hacia la compleja construcción del socialismo. Con la aspiración de lograr mayor eficiencia en las actividades económicas, se ha subrayado la necesidad de descentralizar la labor de las empresas estatales y de ceder lugar a nuevas formas de gestión no estatal. En ese escenario, las cooperativas se ofrecen como alternativas muy ventajosas, aunque, ciertamente, arrastran una estela de debilidad y, quizás, de incomprensión.

La experiencia cubana en la creación de cooperativas tiene más de medio siglo de historia, desde que surgiera en 1960 la Cooperativa de Crédito y Servicios (CCS). Quince años después, se asociaron campesinos para trabajar conjuntamente en tierras de propiedad colectiva, a través de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA). Luego, en 1993, como una especie de híbrido entre la empresa estatal y la cooperativa, parto del difícil momento que atravesaba el país, surge la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC), para completar la triada que hasta hoy representa a esa forma autogestionaria en el archipiélago, promovida fundamentalmente bajo la influencia del modelo soviético.

En los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aprobados por el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, las cooperativas son mencionadas 15 veces y se les dedican cinco lineamientos. Al finalizar el año 2012, se anunció la entrada en vigor de un paquete legal que contiene dos decretos-ley del Consejo de Estado (el número 305 y el 306, del 15 y 17 de noviembre de 2012), un Decreto del Consejo de Ministros (No. 309, del 28 de noviembre de 2012), una Resolución del Ministerio de Finanzas y Precios (No. 427/2012), y otra del de Economía y Planificación (No. 570/2012), lo que completa un marco regulatorio muy esperado desde que finalizó el Congreso.

Nuevos sectores encaminados a la autogestión y mayor complejidad organizativa, se advierten como cambios en el entorno cooperativista actual, lo que, sin dudas, coloca muchas miradas sobre las certezas y desafíos de ese camino largo, difícil, pero promisorio al que nos abocamos.

El estudio del cooperativismo cubano es un campo todavía por explotar, al que las políticas recientes de actualización del modelo económico han puesto un incentivo. La profesora Camila Piñeiro Harnecker publicó en el 2011 el libro Cooperativas y Socialismo: Una mirada desde Cuba http://www.centrocultural.coop/blogs/cooperativismo/2011/06/27/cooperativas-y-socialismo/#more-910 y prepara su doctorado en Economía sobre la cooperativización de empresas estatales no agropecuarias. Varias de sus investigaciones en los últimos años se han dedicado al tema, así como sus publicaciones dentro y fuera del país, lo que la convierte, no solo en un referente necesario, sino en una voz atendible en las circunstancias actuales.

Usted ha afirmado que a pesar del desarrollo superior que han tenido las cooperativas respecto de las empresas estatales en Cuba “su promoción no ha sido todo lo efectiva posible”. ¿Por qué?

Considero que la formación de cooperativas en Cuba al principio de la Revolución, que se comenzó con las cooperativas cañeras, las de las asociaciones campesinas que hicieron cooperativas de crédito y servicios, fue un proceso que se dio sin la necesaria capacitación de las personas que iban a participar en ellas: se crearon, en la mayoría de los casos, sin que la gente supiera ni siquiera qué era una cooperativa.

Las CPAs se fundaron a principios de los ´80 y las UBPCs a principios de los ´90, y sufrieron ese problema desde sus inicios. En el caso de las UBPCs fue peor, porque aunque no se obligó a nadie a integrarlas, tampoco se les preguntó si querían que su empresa se convirtiera en una UBPC, o sea, en una cooperativa…

»La promoción no ha sido efectiva, en primer lugar, por la falta de preparación y, en segundo, porque no han existido políticas públicas o estatales de apoyo a estas formas productivas, que pasan por la ayuda en la preparación, pero también se puede brindar apoyo en cuanto a políticas tributarias. Por ejemplo, ahora se habla de que las cooperativas puedan tener tasas de intereses mejores, o sea, importes más bajos, y también de créditos con tasas de intereses menores.

Es importante tener en cuenta lo que precisan este tipo de organizaciones: por su característica esencial, la gestión democrática, requieren que los miembros puedan participar en el proceso de toma de decisiones, por lo que la preparación es muy importante, es lo que la distingue de otro tipo de formas de empresas que se quisieran promover. Pero ellas también tienen que funcionar bien como empresas, así que necesitan todo el apoyo que se le pudiera brindar a otro tipo de empresa; básicamente, si no tienen los insumos que necesitan y no pueden comercializar lo que producen de forma efectiva, no se está fomentando su desarrollo. Por eso, en tercer lugar, se encuentra la falta de un ambiente de negocio, es decir, de un ambiente necesario para que toda empresa funcione, y eso no está ligado solo a políticas tributarias o fiscales, sino a crear un espacio en el que ellas se puedan abastecer y comercializar de forma efectiva.

¿A qué factores cree usted que se debe la disminución del número de CPAs y UBPCs y de sus membrecías?

Ese es un proceso alarmante que debía haber llamado la atención desde hace tiempo. El número de cooperativas aumenta cuando se decide crear este tipo de forma de empresa. Así, las CPAs aumentaron al principio y después comenzaron a disminuir. En las UBPCs también ocurrió, y en ellas es más marcada la disminución, lo que obviamente está determinado por problemas como que quien decide cuándo se crea y cuándo dejan de existir son entes externos a las cooperativas, lo cual no debería ser así; pero independientemente de que es una decisión externa, hay cooperativas que ha habido que cerrar porque no hay personas interesadas en participar y han disminuido las membrecías. Generalmente, que no existan personas interesadas en integrarlas, es síntoma de que no están funcionando bien.

Además, puede que una cooperativa no funcione tan bien y no obtenga resultados económicos tan positivos como otro tipo de empresa, pero sus miembros sienten que es su cooperativa, que de verdad pueden participar en la toma de decisiones y que hay un ambiente de trabajo más participativo, y quizás valoren eso y prefieran trabajar ahí aunque tengan resultados económicos menores que otros, porque lo sienten como suyo. Sin embargo, eso tampoco se ha dado: en la mayoría de las UBPCs y de las CPAs, la manera en que se toman las decisiones no hace que los miembros sientan que es su cooperativa, y alguien que lo ve desde afuera puede pensar que es una empresa como otra cualquiera, así que es mejor irse a una que pague más o que tenga mejores condiciones de trabajo, por ejemplo, para una estatal, que es más fácil: se dice lo que hay que hacer, se obtiene un salario y listo.

No podemos olvidar el factor económico. A algunas les fue tan mal que tuvieron que ser cerradas, se endeudaron tanto que no pudieron pagar. Eso pasó, sobre todo, a las UBPCs: por un lado, había mala gestión, porque las personas no estaban preparadas para administrar empresas y enfrentar todas las trabas que supone; por otro, nacieron con unas deudas grandísimas y prácticamente la mayoría de lo que iban obteniendo en ganancias, tenían que destinarlo al pago de las deudas, por lo que no era nada atractivo para las personas que estaban allí y, mucho menos, sustentable.

Entonces, ¿diría usted que las CCSs han sido más efectivas en Cuba que esas formas colectivas de producción? ¿Por qué?

Eso depende de cómo se defina la efectividad: si se tienen en cuenta solo los resultados productivos, se puede medir más fácilmente, aunque para mí la efectividad no tiene que ver solo con eso, sino con ser eficaz y eficiente. Ser eficiente es obtener los medios y resultados con el menor número de recursos posibles, y ser eficaz es que lo que se produzca con esa eficiencia, realmente sirva para lograr los propósitos trazados.

En el caso de la agricultura, la eficacia la da que se pueda llevar la comida a quienes la necesitan. Las CCSs han aumentado el número de tierras y han disminuido el aporte al consumo, a lo que la gente al final se come. Cuando se planteaba que las CCS eran más eficientes, era porque con menos tierras producían más. Ahora, ha aumentado bastante su participación en la cantidad de tierras por todos estos nuevos usufructuarios y porque no han disminuido en número, mientras sí lo han hecho las CPAs, y esas tierras se distribuyeron para personas que formaron CCSs… Entonces, han incrementado su cantidad de tierra, pero no se ha comprobado que hayan aumentado sus niveles productivos.

»Hay personas que plantean que las CCS son más eficientes porque hay mayor sentido de pertenencia de los miembros. Sabemos que ellos son productores privados que mantienen la propiedad de sus tierras y, en realidad, lo que hacen de forma cooperativa es obtener insumos, comercializar y conseguir créditos; del proceso productivo en sí, lo único que es cooperativo es que, por ejemplo, necesiten un tractor y este sea de la cooperativa, o que necesiten comprar un producto y eso lo hacen a través de la cooperativa. Mientras, en una CPA, todo el proceso productivo es en forma colectiva, o sea, los que trabajan la tierra son miembros de la cooperativa -en una CCS los que trabajan la tierra son generalmente contratados y a veces miembros de la familia del dueño de la tierra.

En la eficacia, por su parte, es donde se evidencia para mí que no tiene que ver con el tipo de organización interna, sino con el tipo de relaciones y compromisos que los miembros establecen. Las CCSs, en general, tienen menos compromisos de venta que las CPAs y las UBPCs; a estas dos últimas las controlan más directamente y casi todo lo que producen está contratado por el Estado. Sin embargo, en las CCSs es más difícil establecer cuánto se va a producir, por lo tanto, sus miembros tienen mayor cantidad de producción para vender en el mercado de oferta y demanda. Sabemos que las CPAs y las UBPCs contribuyen de manera más directa a la sociedad, por ejemplo, en la alimentación de los círculos infantiles y en todas las instituciones sociales donde haga falta comida; incluso, muchas de ellas son las que generan electricidad para en pueblito o la bomba de ellas es la que lo abastece de agua… Podemos encontrar una CCS que haga algo de eso, pero generalmente son las UBPCs y las CPAs las que tienden a estos trabajos, que se pueden ver desde la eficiencia como un costo, y desde la comunidad como un servicio y/o un beneficio. Por el tipo de compromiso que han establecido las CPAs y las UBPCs, tienden a servir más a las necesidades de las comunidades que las CCSs.

En muchos artículos publicados se habla del desvío de las producciones contratadas, que ocurre más en las CCSs que en las CPAs. Eso está relacionado con la ineficiencia y la inefectividad del acopio, pero también con la voluntad de los miembros de esas CCSs, que no buscan la manera de llevar esas producciones a las personas que las necesitan, sino de venderlas donde haya precios más altos, que es, a la larga, lo que el interés privado persigue: están pensando en vender donde el precio es más alto, no donde hace más falta. Por todo esto, habría que matizar la supuesta mayor efectividad de las CCSs respecto de las CPAs o las UBPCs”.

Aunque el marco regulatorio aprobado a finales del año pasado debe promover la formación de nuevas cooperativas, por lo menos (en un primer momento), de carácter experimental, ¿por qué cree usted que, en los últimos tiempos, se ha logrado mejor en Cuba la creación de empresas privadas que la de autogestionarias?

En la teoría, hay quien dice que se necesita ese tipo de forma organizativa, básicamente, la empresa privada, donde se tiene un dueño claro, exclusivo, que contrata a otras personas y estas saben que tienen que trabajar para no ser despedidos. Esto se presenta versus la forma colectiva de producción, donde todos son dueños y todos tienen que trabajar de forma colectiva; si hay una persona que no trabaja, la pueden sacar, pero indudablemente es más complicado porque tiene que ser una decisión colectiva y generalmente se le dan más oportunidades.

Esto es una discusión teórica e ideológica sobre qué tipo de producción puede ser más eficiente. Lo que predomina en el mundo es la teoría neoclásica, que plantea que son las formas privadas las más eficientes. Pero también hay economistas que han demostrado que con la forma de producción cooperativa se pueden lograr iguales resultados, si se implementa como debe ser, de forma que todos sean dueños, todos participen en la toma de decisiones y todos se beneficien, en dependencia de su contribución al trabajo. Incluso, en ese caso, hay estímulos a la productividad que en la empresa privada no se tienen, porque el acicate del que trabaja es el miedo a perder el empleo, o sea, es negativo, y, claro, también algún bono que se le pueda dar por lo que haga. Pero en las formas colectivas, además del incentivo de que si no se trabaja bien se puede ser despedido, está el de que la propiedad es de todos y se quiere que sea mejor: es un incentivo positivo para la

Siempre la promoción de la iniciativa individual y del mercado, ha sido más fácil que promover formas colectivas. Cuando un Estado las fomenta, tiene que asegurar que lo que se crea como supuesta cooperativa funcione como tal, a través de una entidad supervisora de eso, por ejemplo. No es solo una cuestión de Cuba, ni de países socialistas, sino también de países capitalistas, ya que se han dado cuenta de las ventajas sociales de las cooperativas y hay políticas para su promoción.

También se suma el hecho de lo que nos han enseñado, de la influencia del socialismo soviético, donde se veía una cooperativa con un poco de recelos o como una figura transitoria, como que no quedaba otra opción. Por otro lado, están los que no creen en el socialismo y piensan que no va a funcionar, que al final la empresa privada es lo óptimo. Esas son las dos tendencias que más han influido sobre cualquier cubano, desde un ministro hasta una persona común en la calle.

La teoría económica institucionalista, que, básicamente, estudia las instituciones y mira todos los incentivos, es la que ha estudiado este tipo de organizaciones; pero ese desarrollo teórico nosotros nos lo perdimos un poco: fue escaso en los años ´80 y cobró mayor auge en los ´90. Eso ha afectado también las tendencias que influyen en los paradigmas de las personas que toman decisiones, pues no ven que la empresa colectiva puede ser de verdad una forma eficiente de organización; y tiene que ver con lo práctico, es decir, con las dificultades concretas para promover las cooperativas, y también con la ideología que prevalece.

Es muy llamativo que luego de más de 50 años de la creación de las primeras cooperativas en la Cuba revolucionaria, es que se anuncie una política dirigida a su promoción en sectores no agropecuarios. ¿Por qué cree usted que ha tenido que pasar tanto tiempo para eso?

Tiene que ver con lo que decía sobre la ideología, el pensamiento estalinista del socialismo de la Unión Soviética, que es el modelo que aquí se siguió de cierta forma. Con la Perestroika se intentaron cooperativas pero fue un desastre: realmente lo que hicieron fue privatizar las empresas estatales vendiéndoselas a los administradores y les llamaron cooperativas. En la Unión Soviética lo que existieron fueron dos tipos de cooperativas agropecuarias, y las que se crearon aquí eran sus reflejos: una era como las CCSs y la otra como las CPAs.

Se implementaron en la agricultura y no en otros sectores, porque había una teoría que decía que los trabajadores en el socialismo, según pensó Marx, supuestamente iban a ser los obreros de las fábricas y no los campesinos. En la Unión Soviética se dio la situación de que la mayoría de la población era campesina; se veía a la producción agropecuaria como algo retrasado, frente a la gran industria, y al campesino como una persona individualista que nunca iba a tener la conciencia del obrero. Las cooperativas iban a ser transitorias y, eventualmente, se iban a incorporar a la gran empresa estatal, porque lo que se planteaba era el modelo de la agricultura verde, que de verde no tenía nada, pero era la agricultura industrial.

¿Qué sectores no son recomendables confinar al ámbito cooperativo? ¿Por qué?

Se dice que una cooperativa se puede crear en cualquier sector, en cualquier actividad productiva, tanto de producción de bienes como de servicios. Pero hay estados que nunca decidirían cooperativizar, por ejemplo, la energía nuclear. Hay países donde hay cooperativas que producen energía eléctrica, y no es que el Estado haya decidido cooperativizar una empresa que ya existía, sino que los mismos miembros de determinada comunidad no tenían electricidad y se juntaron para buscar un generador, comprarlo y hacerse su plantica eléctrica. Y la energía eléctrica se puede ver como algo estratégico, pero no es cierto que la cooperativa no lo pueda asumir ni que no existan casos donde ocurra. El asunto es que un Estado que promueva cooperativas tiene que pensarlo bien, porque una cooperativa al final es una empresa autónoma y se le puede sugerir que produzca esto o lo otro, pero no se le debería poder obligar.

Una cosa son las cooperativas que surgen de manera espontánea y otra cosa son las que surgen a partir de empresas estatales existentes. En ese último caso, tiene que ser el Estado quien decida, quizás no tanto el sector de producción, aunque eso también influye, qué casos concretos se van a cooperativizar.

En teoría, yo diría, que aquellas actividades estratégicas como son la energía, la educación, la salud, quizás no son recomendables llevar a la cooperativa. Pero finalmente es en la realidad concreta donde se decide, porque quizás en un momento conviene una cooperativa, por ejemplo, de profesores de algo porque funciona de forma más eficiente. La idea es cómo establecer compromisos de esas cooperativas para que lo que se produzca realmente satisfaga las necesidades de la gente. Entonces, sí, hay algunas líneas generales que quizás no son recomendables cooperativizar, pero lo más importante no es eso, sino qué tipo de relaciones se pueden establecer entre cooperativas e instituciones estatales que aseguren que esas actividades económicas satisfagan las necesidades que haya: que si hay que producir un 10% más, se produzca, y que si hace falta que esa producción llegue a Santiago porque hubo un huracán, lo haga…La cuestión es cómo guiar la producción o la actividad económica de entidades autónomas. Hay distintas maneras de hacerlo: mediante contratos, mediante políticas que aumenten el precio de tal producto porque es lo que hace falta producir más…

A veces pensamos que cuando el Estado arrienda medios a una cooperativa y le pone ciertos requisitos, se está atentando contra su autonomía. Y eso no es realmente así. Muchos de los que administran McDonal´s por el mundo, tienen requisitos, son franquicias: la propiedad del local es de la gran empresa y quien administra, arrienda, no solo entrega una parte de las ganancias, sino que tiene que cumplir con una serie de parámetros productivos: los colores de la marca son estos, los suministradores tienen que ser estos otros…Pero sigue teniendo autonomía, dentro de esos límites. El marco regulatorio de la forma que sea, pone ciertos requisitos y después el contrato que se establezca de concesión o arrendamiento, como se llama aquí, puede poner otros, en dependencia de la actividad productiva o de la empresa en particular.

Ahora que menciona ese marco regulatorio, después de más de 50 años de experiencia revolucionaria en la creación de cooperativas, ¿le parece que Cuba está lista para promulgar una Ley General de Cooperativas?

Hay gente que piensa que un movimiento cooperativo existente puede participar en la creación de una ley; otros creen que la ley, donde no hay mucho movimiento cooperativo, puede promoverlo, como pasó en Uruguay. En Cuba tenemos condiciones para promover cooperativas mejor que en otros países, porque el Estado es dueño de la mayoría de los medios de producción. Por otro lado, tenemos la ventaja de que nuestra población tiene índices de educación formal mayores que en otros lugares, aunque hay un desconocimiento y una confusión grandísimos sobre qué cosa es una cooperativa porque los referentes principales han sido las CPAs o las UBPCs. Pero evidentemente las condiciones son favorables.

Si la ley viene primero o después, la práctica dirá qué es mejor, lo importante es que se puedan crear cooperativas. Si sale una ley ahora, al final va a haber que cambiarla, porque la práctica va diciendo qué hace falta y qué sobra. Por eso es mejor lo que se ha hecho ahora: emitir un marco regulatorio que permite la creación de cooperativas, no solo las que se forman desde las empresas estatales sino también las que surjan de manera espontánea, que son las que a la larga deben funcionar mejor, porque parten con el interés de sus miembros. Más adelante, se puede hacer una Ley General a partir de toda esa experiencia.

Los lineamientos de la política socioeconómica del Partido y la Revolución plantean la creación de cooperativas de segundo grado. ¿Existen las condiciones en Cuba para dar ese paso? ¿Qué significaría su implementación?

Las cooperativas de segundo grado no son nada raro. Finalmente, una cooperativa de segundo grado haría lo que hace hoy una CCS, por ejemplo, que son cooperativas de productores privados. Lo que hace la cooperativa es brindar servicios a esos productores. Una cooperativa de segundo grado tendría como diferencia estar integrada por cooperativas, no por productores privados. Entonces, le brindaría servicios a las CPAs, a las UBPCs o a las CCSs. Significaría buscar sinergias en los procesos productivos de las CPAs y las UBPCs, buscar eficiencia en los procesos productivos, lo cual se logra disminuyendo costos, aumentando la escala de esos procesos.

Hay condiciones para crear cooperativas de segundo grado, porque tiene lógica desde el punto de vista productivo. Sería, básicamente, que los recursos que hoy se tienen, se junten….

Pero usted comenzaba a responder diciendo: “Las cooperativas de segundo grado no son nada raro”. ¿Por qué se ha esperado tanto, entonces, para facilitar su creación?

La cuestión es que hasta este momento, las funciones que haría una cooperativa de segundo grado, las debe realizar una empresa estatal -la comercialización y acopio, y el abastecimiento de insumos-; o sea, son entendidas como tareas estatales y eso, obviamente, ha retardado su promoción.

¿Y qué requeriría en Cuba la creación de cooperativas de tercer grado?

Las cooperativas de segundo y tercer grado generalmente se crean cuando se han consolidado las cooperativas base. Entonces, hay que ser cuidadosos: no debemos crear cooperativas de segundo grado a partir de algunas de primer grado que no funcionen. Yo vería a las de tercer grado en Cuba como algo más a largo plazo, resultado de que se vayan complejizando los procesos productivos que hacen las que están en la base.

También la creación de esas cooperativas en el mundo tiene que ver con intereses de representación política. Se crean para aglutinar cooperativas de distintas actividades económicas que lo que quieren es poder influenciar en políticas estatales o en las leyes que se tracen, para que no las afecten. Son algo así como una estructura de representación política, como los sindicatos, pero en este caso de cooperativas. Habría que ver si se le da un espacio a eso aquí.

Qué perspectivas tiene la creación de nuevas cooperativas y el fortalecimiento de las existentes en el nuevo modelo económico cubano?

Ojalá apostemos por ellas, si mantenemos el compromiso de construcción del socialismo en Cuba, el control de la economía por parte de la sociedad y no de grandes empresas capitalistas que se pueden crear si se da rienda suelta a la empresa privada. La promoción de la cooperativa -figura más conocida en el mundo que se ha ido flexibilizando tanto que incluye también a otras formas de cogestión, de empresas comunitarias…- puede ser muy útil para lo que queremos hacer en nuestro país ahora, que es mantener lo que hemos logrado desde el punto de vista social y tener también eficiencia y sustentabilidad económica.

Una cooperativa que funcione correctamente puede ser tan o más eficiente que una empresa privada y, además, tiene todos los beneficios que representa para sus miembros y están más dispuestas a asumir compromisos sociales que las empresas privadas.

Hay estudios que confirman que donde hay mayor conglomeración de cooperativas, las condiciones sociales de las comunidades donde están, son mejores, las necesidades de la gente que vive allí, están mejor satisfechas, porque se organizan para hacerlo.

Tomado de: http://misencuadres.wordpress.com/2013/01/13/realidad-y-perspectivas-del-cooperativismo-en-cuba/

(fuente: deptocoop@centrocultural.coop)

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