
Están en todas las empresas y escalafones jerárquicos, pero destruyen el buen funcionamiento de un grupo de trabajo y terminan costándole dinero a la firma.
Casi ningún trabajador que cuente ya con algunos años de experiencia laboral encima los desconoce. Están en todas las empresas y escalafones jerárquicos. No tienen un patrón de edad o de género.
Son los trabajadores tóxicos, con los que siempre se hace muy difícil lidiar, pero a la vez es imposible ignorarlos o mirar para otro lado.
Su nombre lo indica: contaminan. Los expertos son altamente perjudiciales para las compañías. Según un reciente estudio de la Universidad de Harvard, que analizó a más de 50.000 empleados en once compañías distintas de Estados Unidos, los tóxicos le cuestan a su empleados en promedio hasta u$s12.000, la mayor parte en gastos para reemplazar a los trabajadores que se ven obligados a renunciar por tener compañeros tóxicos.
Se entiende por «tóxico» a esos trabajadores que tienen comportamientos que son dañinos para la compañía, ya sea respecto a la propiedad o los recursos humanos.
¿Cómo se los reconoce? Una de las señales es que suelen ser bastante centrados en sí mismos, y por lo tanto, les cuesta reconocer el efecto que tienen sus actitudes en los compañeros de trabajo. Es común que tomen decisiones sin pensar en los otros.
También son, por lo general, personas con mucha confianza en sí mismos. Son demasiado optimistas respecto a los resultados de sus acciones, por lo tanto no llegan a entender el peligro real de las acciones que realizan a diario, indica el informe relevado por la revista Mercado.
Paradójicamente, las personalidad tóxicas suelen ser muy productivas. Los investigadores explican que los manejos poco éticos o egoístas de esta clase de personalidad suelen dar buenos resultados porque cuentan con una ventaja diferencial sobre el resto: no necesariamente siguen las reglas.
Su productividad es una de las razones por las cuales permanecen largamente en las empresas, mientras quienes no pueden manejar el trato con ellos, terminan por renunciar o piden cámbios de área.
Por último, el estudio de Harvard afirma que los trabajadores tóxicos pueden «contaminar» a cualquiera, de todo sector o jerarquía. Según los investigadores, es uno de los factores más peligrosos porque la toxicidad es contagiosa: los empleados que comparten el trabajo con los tóxicos son mucho más propensos a volverse tóxicos ellos mismos.
¿Qué pueden hacer las empresas con estos empleados? La mejor medicina es la prevención, resume la revista Mercado.
El primer filtro debe aparecer en el departamento de RR.HH. y reclutamiento de personal. Aprender a detectar y separar a los empleados tóxicos tempranamente puede ahorrar más de un dolor de cabeza.
En caso de que la compañía ya cuente con un empleado de este tipo y no quiera deshacerse de él, es recomendable intentar modificar la conducta a través de diferentes actividades corporativas como cursos motivacionales o entrenamiento.
La estrategia más drástica es separar al empleado tóxico del resto de los trabajadores para que el problema no se expanda por toda la oficina.
Fuente: http://www.iprofesional.com/notas/224774-Cmo-detectar-y-aguantar-a-los-trabajadores-txicos




