Los especialistas dicen que asumir lo impredecible ya no es una excepción en el management; alentar a quienes tienen visiones innovadoras del negocio debería ser la regla
El último congreso de la Asociación de Recursos Humanos de la Argentina (Adrha) podría resumirse en una sola palabra: educación. La necesidad, no solo en la Argentina, sino en todos los países, de reevaluar cómo se les está enseñando a los chicos es la bisagra que marca un cambio de era. Chicos que tienen más claro que los adultos, o que sus maestros, cuáles son las reglas bajo las cuales ellos trabajarán y van a contribuir con la sociedad muestran que la enseñanza tradicional, más bien fordista (es decir, basada en la línea de montaje de las fábricas de Ford a principios del siglo XX), no tiene nada que ver con las empresas que se están gestando o que se están transformando para adaptarse a los nuevos tiempos.
La llave, que ellos ya tienen, es la colaboración y el fin de las barreras con otros chicos del mundo, cocreando a través de la inteligencia colectiva los temas que son de su interés. alguna solución para avanzar en un juego, por ejemplo.
Mientras que en el mundo se prevé un trabajo más precarizado, con menos relación de dependencia, el futuro es hoy y hay que prepararse para un cambio de reglas. El licenciado en Ciencias Físicas, Andrés Schuschny, autor de La Red y el Futuro de las Organizaciones, afirmó, como primer orador, que estamos ante un «tsunami civilizatorio». «La irrupción de Internet ha roto con los esquemas de aquello con lo cual nos habíamos formado los que tenemos aproximadamente 40 años. Se rompió el modelo del mundo. Hay un cambio de época.»
Las tres causas de este quiebre son, según el investigador, la irrupción de una tecnología que se masifica; una nueva forma de organización a través de las redes y el aprendizaje mediante la autocapacitación. Este último ítem se refiere a armar el CV por medio de un acumulado de cursos que hacen que el expertise de cada persona sea único e irreemplazable. «La educación ya no es algo que hacés durante un tiempo para después tener un título. Se da durante toda la vida, es un proceso continuo. Hay una reconfiguración total de la realidad: venimos de una mirada tecnoindustrial, pero ahora hay una ruptura del aislamiento. A través de internet nos conectamos.»
En este contexto, una enorme empresa multinacional puede llegar a la quiebra en solo dos meses si es que se corre un rumor que se viraliza o se arma una campaña mundial contra uno de sus elementos más importantes. «Eso era imposible hace unos años, hoy no», dijo Schuschny, que recomendó que se debe asumir que el caos y la impredictibilidad llegaron para quedarse.
En esta línea de pensamiento, los ejemplos que se ven futuristas pero que ya están en marcha llegaron con el emprendedor y tecnólogo Santiago Bilinkis, quien se propone en cada encuentro como conferencista «volarles la cabeza» según sus palabras. «Vivimos nuestra vida en cámara rápida. Todo sucede a un ritmo más acelerado. Hoy los dispositivos marcan algo muy fuerte en la vida», dijo. Pero no es lo único que está cambiando. Algunos datos de lo que viene:
«Me sorprende la cantidad de personas y empresas que toman decisiones como si no hubieran cambios», continuó. «La farolera que tropezó en realidad se quedó sin trabajo cuando llegó la energía eléctrica. A todos nos cuesta cambiar, pero hay que abrazar los cambios con fervor absoluto.»
El gran protagonista del momento es, para Schuschny, el hacker. «Se trata del actor social que hoy encarna la transformación de una época. Hacker es una palabra que nació en el MIT para definir a programadores que iban más allá. Es un término que implica adentrarse en la lógica de un sistema para mover sus límites mas allá de lo esperado. Claro que hay hackers de sombrero blanco y de sombrero negro, depende de cómo se comporten.»
Un hacker es adicto a la curiosidad, aborrece los sistemas encorsetados, desafía a la autoridad, a lo establecido, no le teme al fracaso, comparte información. Crea, y después, los idealistas se lo regalan al mundo. «Todo buen desarrollo nace de las necesidades de la persona que lo hace. Se pueden hackear modelos de negocios, como lo hizo Netflix, a los taxis, como hizo Uber…Google, Microsoft, Apple, Facebook, Virgin…hackearon sistemas establecidos. ¿Estamos preparados para desplegar el potencial del hacking thinking?», preguntó.
Niños sentados mirando a una maestra que imparte una clase, toma lección, toma pruebas a todos por igual…no va mas. «We don’t need no education..» cantan los chicos en The Wall, algo que parecía una locura en 1982, y, sin embargo, el mundo que viene parece darles la razón, al menos en parte.
Es así como varios de los oradores se dedicaron a advertir que es necesario que cambie el sistema educativo. El ingeniero José Luis Roces, rector del Itba, habló de cómo los alumnos de la universidad «hackean absolutamente todo y ponen a los profesores en problemas con sus cuestionamientos. «Hoy la educación está en pleno estado de caos, y los impulsores de los cambios no están en el sistema educativo». Para Roces, la agenda global en la educación debería incluir, el desarrollo de la tecnología digital y las TIC, la interactividad, la focalización en el talento, que muchas veces surge de un proceso extraeducativo, la gestión del capital intelectual, entre otras cosas.
Coincidió la socióloga Inés Aguerrondo, coordinadora del departamento de innovación educativa de la UCA, que dijo que está en jaque el modelo pedagógico. «Antes, había que escuchar. Hoy se trabaja con un sistema de ensayo y error, cocreando.»
Un caso concreto, el del «profe Córdoba», conmovió a la audiencia, que después de su charla le dedicó varios minutos de aplauso. Daniel Córdoba es un profesor de física e Investigador en enseñanza de la física en la Universidad Nacional de Salta. Creó el curso «Física al alcance de todos», los sábados, con la idea de que los chicos compitieran en las olimpiadas de física, y logró no solo que se «enganchen» los sábados, sino enormes logros entre sus estudiantes.
Pero antes tuvo que sortear muchos obstáculos, entre ellos, institucionales. «Hay un problema cuando se incursiona en lo no instituido de una organización», dijo. Su gran idea transformadora fue creer en una audiencia no cautiva. Un curso que él debía ganarse todos los sábados a través de una clase atractiva, ya que al no ser obligatorio, podía quedarse sin alumnos. «Si no vendo, el sábado que viene no me vuelven. Me tengo que poder armar una clase que mezcle lo duro y lo blando, lejos de la idea del aula como sistema armado para enseñar y no para aprender. Cuando logré sacar adelante a alumnos con problemas de aprendizaje en la materia, que después resultaron brillantes, me dí cuenta de que esto funcionaba. Es una forma muy interesante de perfeccionamiento docente».
Por Paula Urien | LA NACION
(fuente: http://www.lanacion.com.ar/1805606-saber-gestionar-el-caos-se-convirtio-en-un-requisito-necesario)
Lectura sugerida por Presidencia del CA – Muchas gracias María Belén Gomez por aportarla.