(f) Mientras algunos postergan su vida personal y trabajan duro para lograr una promoción o nombramiento, otros prefieren los movimientos horizontales o, incluso, permanecer donde están.
Por: iProfessional
La mayor parte de los consejos sobre carrera laboral sostienen que, para lograr un crecimiento profesional, es necesario ascender hacia posiciones de mayor jerarquía.
Sin embargo, no todas las personas que se desempeñan en el mundo corporativo consideran que el avance en la pirámide organizacional es sinónimo de éxito.
Así, mientras algunos postergan su vida personal y trabajan duro para lograr una promoción o nombramiento, otros prefieren los movimientos horizontales o, incluso, permanecer donde están.
“De cada diez casos que a los que se les ofrece un ascenso, como primera reacción tres quieren quedarse en el puesto en el que están, mientras que antes solo uno dudaba. Es que, en estos últimos años, la familia y el bienestar ganaron espacio en la toma de decisión”, comenta el coach Ricardo Kofman, quien a menudo ayuda a ejecutivos en este tipo de procesos.
Claro que, mantenerse en un determinado puesto y tener éxito, requiere de pasos proactivos por parte del profesional, tanto para mantener la satisfacción personal como para evitar que parezca que perdió el impulso.
Sobran los motivos
Las razones para decir “no” a una promoción o ascenso pueden ser varias. A muchos colaboradores les encanta el trabajo que tienen. Encontraron el lugar donde se sienten cómodos: el empleo que encaja con sus habilidades y sus metas. A otros, en cambio, no les gusta tener personas a cargo o hacer tareas que no les entusiasman.
Además, existe una creciente valoración de la calidad de vida, del equilibrio entre lo laboral y la estabilidad familiar, y de la importancia de alcanzar la felicidad en el trabajo.
A su vez, hay profesionales que le temen a los problemas y a las mayores responsabilidades en los niveles más altos.
Ante el ofrecimiento de un puesto de mayor jerarquía, las negativas son “mucho más comunes de lo que la gente está dispuesta a admitir”, afirma a The Wall Street Journal Ken Siegel, psicólogo y presidente de Impact Group, una firma de consultoría de Los Ángeles.
Muchos colaboradores ocultan su deseo de permanecer donde están porque no quieren ser vistos como profesionales sin compromiso o sin ambición, señala Siegel al diario norteamericano.
“Incluso, mucha gente por temor a ser considerada como poco comprometida acepta cuando, en realidad, no quiere”, observa Miguel Terlizzi, director de la consultora HuCap.
Algunos empleadores, en tanto, creen que los empleados que no quieren ascender son una fuente de problemas y una traba para el avance de los demás.
En ese sentido, Andrés Hatum, director del Centro de Investigación Grupo RHUO del IAE Business School, advierte que “la persona puede estar muy cómoda en su puesto, pero cuando la organización quiere y necesita que se mueva y no lo hace, de algún modo, se está yendo.”
“Si el profesional permanece 25 años en una misma posición, seguramente bloqueó a mucha gente muy buena, la cual se termina desvinculando. Esto pasa sobre todo en las empresas que tienen empleados con muchos años en cada puesto. Y es un problema, porque la gente joven, que maneja otros tiempos, se cansa dado que le cuesta llegar”, enfatiza el académico experto en talento y comportamiento organizacional.
“Dentro del ámbito corporativo existe gente que está en una profesión o actividad que les fascina y que tiene una vocación muy definida, o se dan casos de personas que están en el apogeo de su carrera laboral y no quieren ruidos ni problemas, motivos por los que pueden rechazar una promoción”, dice Terlizzi.
Y explica que para muchos ejecutivos, no todo pasa por el crecimiento laboral, sino que priorizan la felicidad familiar y el work-life balance.
En tanto, su colega Gloria Cassano apunta que a un importante número de profesionales, sobre todo de tecnología, les interesa más ser especialistas que ocupar puestos de liderazgo. Ellos piensan que esa es la manera de estar siempre actualizados.
“Algunas mujeres también prefieren trabajar sin ascender porque eso les facilita el manejo de su casa y sus hijos”, añade la experta en Recursos Humanos.
En estos casos, lo ideal es que la persona deje en claro a los superiores que quieren seguir creciendo mientras permanece en el mismo empleo. Actualizan sus habilidades, resuelven problemas para el jefe, ayudar a colegas a avanzar y encuentran nuevas formas de ser vistos como invaluables.
No obstante, a quienes rechazan una promoción, Cassano les recomienda “reconsiderar su decisión con cierta frecuencia y asegurarse de que sus motivos aún son válidos”.
Desde Hucap, Terlizzi observa que el “no” muchas veces viene de la familia. “En las empresas con dispersión geográfica u oficinas en el interior del país, suele darse que la esposa y los hijos no están de acuerdo con el traslado y el empleado prefiere evitarlo. Sabe que, el hecho de aceptar, puede ser motivo de separación”, comenta.
La negativa, a su vez, puede provenir de ejecutivos que ya pasaron por experiencias de divorcios a causa del distanciamiento o del exceso de trabajo y que no quieren repetir la historia.
Pero los rechazos a las promociones se dan, sobre todo, entre aquellas personas que por el estrés laboral pasaron situaciones traumáticas como, por ejemplo, ataques de pánico. Cuando se dan cuenta que se salvaron o pudieron salir, ante la posibilidad de un ascenso suelen anteponer su calidad de vida o su estabilidad emocional.
Cuando la decisión no fue acertada
Con frecuencia, la gente que acepta un ascenso descubre que odia su empleo nuevo. Los lamentos pueden provenir de los desafíos de la transición misma, como trabajar más horas, viajar más o que los miembros de la familia tengan problemas para ajustarse al cambio.
Tal como expresa Cassano, “existe la fantasía de creer que siendo jefe se trabaja menos cuando, en realidad, las responsabilidades son más altas y las exigencias de tiempo son mayores.”
Los expertos aconsejan esperar entre seis y nueve meses para ajustarse. Si pasado este tiempo, el ejecutivo sigue sientiendo que el puesto nuevo es un error, la recomendación es mantener una charla con quien sea su superior porque, tarde o temprano, disimular el malestar suele llevar a un despido.
Una tendencia que también impacta es el mayor interés de los profesionales en trabajar por su cuenta. “La gente cada vez más busca irse del mundo corporativo, por eso quizá evitan un ascenso. Prefieren una posición en la que ya manejen todo y en la cual puedan ir armando su propio emprendimiento”, observa el coach Ricardo Kofman,
No hay puestos de liderazgo para todos
En opinión de Cassano, es importante que las empresas cuenten con profesionales que no tengan deseos de ascender porque en toda organización existen menos puestos ejecutivos y de liderazgo que operativos.
Para considerar la incorporación de personas en dichas posiciones, enfatiza Cassano, son fundamentales las evaluaciones de personalidad, comúnmente llamadas psicotécnicos, que “no deben utilizarse sólo para decidir un ingreso sino también para la conducción y el desarrollo.”
“Saber, de antemano, quiénes son los que buscan especializarse y no ascender es útil para gestionar a las personas y para organizar las empresas”, apunta la consultora.
Los jóvenes también dicen “no”
Es habitual que los profesionales de mayor edad, próximos al retiro, diga “basta” de desafíos, que busquen y quieran estar más tranquilos. Sin embargo, entre los jóvenes, no todos buscan una ascendente e imparable carrera corporativa.
Desde el IAE, Hatum observa que muchas veces las organizaciones incorporan colaboradores a sus programas de alto potencial sin comunicárselos abiertamente.
A los recursos identificados como “alta performance” y “alto potencial”, las empresas los desarrollan mediante actividades que los llevan a una mayor tensión. El objetivo es conducirlos a niveles de mayor complejidad.
Sin embargo, advierte Hatum, cuando forman parte de estas capacitaciones, muchos participantes sienten que no es lo que ellos quieren.
“Las áreas de Recursos Humanos se están dando cuenta que, lo que antes era un secreto, es decir, quien era y quien no alto potencial, debe dejar de serlo”, comenta el académico.
Y recomienda conversar con quienes entran en este tipo de procesos porque las personas también optan por decir no. Rechazan ser parte de estos programas porque, por ejemplo, implican más estrés, mayor cantidad de viajes y movilidad cuando, en realidad, lo que quizá quieren es estar con sus familias.
La peligrosa negativa a la expatriación
Las propuestas de asignaciones en el exterior también pueden recibir un “no” como respuesta.
“La empresa puede comunicarle a un ejecutivo que, como parte de su proceso de desarrollo llegó el momento de irse a trabajar al exterior. En estos casos, rechazar la propuesta puede significar retrasar el crecimiento o, directamente, cortarlo”, advierte el director del Centro de Investigación Grupo RHUO.
Y añade: “Si el profesional es muy bueno, la primera negativa se la dejan pasar. La segunda, lo freezan y, a la tercera, tiene que irse de la compañía porque está bloqueando el ascenso de otro.”
“Muchas veces es una decisión de vida. Y, en estos casos, la familia pesa mucho”, reflexiona, a modo de conclusión, el profesor del IAE.
(fuente: http://www.estrategiaynegocios.net/blog/2013/11/26/rechazar-un-ascenso-para-quedarse-en-un-puesto-que-le-gusta/)