(f) Dicen que cada vez más gente desfasa su “reloj biológico”
Un estudio demostró que el trastorno de horarios se produce no sólo al viajar sino por los hábitos de la vida actual
No se necesita viajar hasta China o Singapur para sufrir los trastornos del cambio de horario. La propia rutina y las diferencias entre las horas en que la gente se levanta los fines de semana y cuando debe ir a trabajar o a estudiar durante la semana, puede provocar una somnolencia permanente y desencadenar así lo que los expertos ya consideran un mal de estos tiempos: el jet lag social.
Este trastorno lo padecen muchos jóvenes que se acuestan con la luz del día durante los fines de semana y pasan las noches generalmente espiertos
A esa conclusión acaba de llegar un grupo de investigadores alemanes de la Universidad de Munich, al constatar en 65 mil adultos que aquellos que dormían hasta más tarde los fines de semana, pero que de lunes a viernes se levantaban temprano con la alarma del reloj, eran hasta tres veces más propensos a sufrir trastornos en su reloj biológico y, como consecuencia de ello, a padecer incluso trastornos alimenticios.
Tal como lo explicó Till Roenneberg, uno de los científicos alemanes que participó en el estudio, el reloj interno no se puede sincronizar como una máquina, sino que se ajusta naturalmente a las horas de luz y oscuridad, para buscar el mejor momento para descansar o estar despierto. Por otro lado, este orden se ve alterado cuando se viaja a lugares con al menos tres horas de diferencia horaria, provocando lo que se conoce como jet lag. Lo que la investigación de Roenneberg descubrió es que en la vida cotidiana, y debido a los horarios matutinos de trabajo y el cambio que se hace en los días libres para levantarse, se está contribuyendo a que exista una gran mayoría de personas que sufren lo que se ha llamado jet lag social.
«Hemos identificado un síndrome en la sociedad moderna que sólo se ha detectado recientemente. Tiene que ver con la creciente discrepancia entre el ritmo diario del reloj fisiológico y el reloj social», dijo Roenneberg, quien agregó que, como consecuencia de este jet lag social, «la gente padece una carencia crónica de sueño y también es más proclive a fumar y a beber más alcohol y cafeína».
«UN PADECIMIENTO DE NUESTRO TIEMPO»
Para el psiquiatra local Lisandro Garlof, en tanto, el jet lag social «es un padecimiento muy característico de los tiempos que corren. Todas las personas tenemos un reloj interno, una maquinaria biológica que nos hace rendir de tal o cual manera. Lo que determina el funcionamiento de este reloj, básicamente, es la luz del día y la oscuridad de la noche, que proporcionan el marco para conciliar el sueño o despertar. Por eso vemos que este trastorno lo padecen muchos jóvenes que se acuestan con la luz del día durante los fines de semana y pasan las noches generalmente despiertos».
Según Garlof, sin embargo, este padecimiento «no es exclusivo de los jóvenes y no se asocia únicamente a la vida nocturna. Los horarios más cargados y las agendas completas de muchas personas que trabajan más de nueve o diez horas por día también influyen en este cansancio crónico. Son personas que duermen pero nunca terminan de descansar, y por lo tanto siempre se sienten fatigadas».
En boca de los investigadores alemanes, por su parte, en la sociedad moderna se escucha «cada vez menos a estos relojes internos, y eso se debe a la creciente discrepancia entre lo que nos dice el reloj biológico y lo que nos dice la rutina».
Con el objetivo de determinar las dimensiones del problema, el equipo de Roenneberg invirtió diez años en crear una amplia base de datos del comportamiento humano relativo al sueño y al despertar y que utilizará para elaborar un mapa mundial del sueño.
El análisis de la información recopilada, que incluye altura, peso y pautas de sueño de los participantes, permite concluir que la gente con un jet lag social más acentuado es también más proclive a padecer sobrepeso. «Despertarse con un despertador es algo relativamente nuevo en nuestras vidas. Simplemente significa que no hemos dormido lo suficiente y esa es la razón por la cual estamos cansados de manera crónica», afirma Roenneberg.
Según el científico, además, «un sueño bueno y suficiente no es una pérdida de tiempo, sino una garantía de un mejor rendimiento en el trabajo y una mayor diversión con los amigos y la familia en nuestro tiempo de ocio».
SOBREPESO
Vivir “contra el reloj”, dicen los investigadores, podría ser un factor que contribuye a la epidemia de la obesidad. El problema que trae estar despiertos cuando se debería estar durmiendo, ha provocado un incremento en la ingesta de comida cuando el cuerpo, realmente, no quiere ni necesita hacerlo
(fuente: eldia.com.ar – 24/5/12)