Empresas Recuperadas: “Estamos haciendo un curso acelerado de Cooperativismo”

Visitamos las instalaciones de la cooperativa La Soleada, ubicada en el tradicional barrio de Belgrano, para conocer el trabajo y las novedades comerciales y legales de los 34 trabajadores al frente de la parrilla autogestionada. Desde febrero tuvieron que hacerse cargo de la empresa debido a la situación que se planteaba con el dueño: se les adeudaban sueldos, los aguinaldos se pagaban en 4 cuotas, las vacaciones estaban mal pagas, se maltrataba continuamente al personal, había faltantes de mercadería y un “sin fin de problemas” que derivaron en seguir los pasos de Alé Alé y otras empresas recuperadas.

Esta cooperativa forma parte de la cadena gastronómica denominada OJA, titular de los restaurantes: Mangiata; Don Battaglia; Los Chanchitos; Alé Alé; La Soleada y La Zaranda, -hoy conformados en cooperativas de trabajo-, todos con razones sociales diferentes pero con igual composición de los socios gerentes: Sergio Lipovich (supuesto socio mayoritario) y Jorge Andino. Los cinco restaurantes decidieron conformarse en cooperativas de trabajo excepto la parrilla La Zaranda de Villa Urquiza que cerró sus puertas de un día para otro dejando en la calle a 42 trabajadores. Carmelo Milone y Nelson Canarini nos informaron de las buenas noticias e hicieron un repaso sobre estos primeros 6 meses de experiencia como cooperativa.

Sin dudas la noticia más importante es que la cooperativa pudo cerrar el contrato de alquiler y desde septiembre comenzarán a fichar con el CUIT propio, emitir facturas y funcionar legalmente ante la AFIP. Todo un logro que costó varios meses de negociaciones con los dueños del inmueble a quienes Lipovich aún les adeuda más de 6 meses de alquiler. Vale aclarar que la cooperativa viene pagando el alquiler desde febrero, desde el primer día que decidieron hacerse cargo del comercio.

Carmelo Milone quien tiene 14 años de antigüedad en el Restaurant consideró positiva esta etapa como trabajadores autogestionados. “Vos pensá que es un proceso novedoso para todos, no sólo en general del negocio sino particular de cada uno, personal. Vos dejás de ser empleado para ser dueño prácticamente de todo. Ahora hay obligaciones diferentes y tus deberes también son otros. Eso es lo más difícil de asimilar pero lo estamos haciendo y se ve el cambio en los compañeros”, evalúa el presidente de la cooperativa. Por su parte, Nelson Canarini, uno de los mozos de La Soleada coincide y apuesta a que la cooperativa se consolide e incorpore más gente en un corto plazo. “Nuestra expectativa es que si logramos incorporar gente queremos que sea en lugares no estratégicos ni claves, esos lugares deben ser ocupados por los que estuvimos luchando desde el primer día. Queremos que nuestros compañeros estén capacitados y progresen dentro de la cooperativa. Por ejemplo, el chico que ahora está en la caja, es bachero, lo estamos capacitando de a poco y de esta manera queremos que todos aprendan de todo y se superen”, anhela Nelson con sentido orgullo.

Uno de los cambios que notaron los clientes fue la mejora de la calidad de las materias primas desde principio de año. Desde que la cooperativa administra los recursos mejoraron tanto en la calidad de las comidas, como en la atención al cliente y, a su vez, arreglaron las instalaciones. Muchos cambios en breve tiempo. Esta política comercial del negocio se tradujo en incremento de la clientela y en el retorno de los que se alejaron en la última etapa cuando la patronal descuidó el restaurante.

“La gente se da cuenta del cambio y nos apoya fervientemente en esta etapa como cooperativa. Este año arreglamos el aire acondicionado, cambiamos las luces del sector de ensaladas por un sistema LED frío que permite que no se calienten las verduras, estamos pintando la parte de afuera y un montón de arreglos y reformas porque el lugar se estaba cayendo”, enumera Nelson quien además de cumplir su tarea de mozo es el encargado de mantener la página de facebook de La Soleada.

Carmelo nos cuenta que también hubo importantes modificaciones hacia dentro de la cooperativa que les permitió atender demandas y necesidades concretas de los compañeros. “Tratamos de resolver cosas que antes no se podían desde cosas mínimas a las importantes. El otro día un chico chocó el auto y justo es de uno de los que tienen hijos con discapacidades. El auto tuvo destrucción total y en asamblea decidimos ayudarlo para que se compre uno y no afecte la movilidad de su hija que es muy importante para la familia. El objeto de la cooperativa, en definitiva, me da la impresión que es eso, mejorar la calidad de vida de los asociados y, en la medida de lo posible, lo tenemos que hacer”, sostiene Milone.

De los 34 trabajadores excepto Carmelo que trabajó en el Hotel BAUEN antes que se conformara en cooperativa, nadie conocía el mundo cooperativo ni la experiencia de las empresas recuperadas. “Estamos haciendo un curso acelerado de cooperativismo. Yo siempre les digo algo a ellos, que si nosotros hubiésemos conocido a FACTA en el 2012, seguramente hace rato seríamos cooperativa. Eso lo tengo clarísimo. Conocimos FACTA a partir de que Alé Alé se acercó y vimos como defendieron a los trabajadores y después a los 5 restaurantes. Si nosotros la hubiésemos conocido antes, seguramente estaríamos en otra situación”, asegura Carmelo expresando la gratitud hacia los trabajadores de FACTA.

Conocer su experiencia y hablar con ellos implicó sumergirse en el mundo de las emociones que caracterizaron el proceso de formación y recuperación de la cooperativa: la bronca ante la situación de conflicto con el dueño y la alegría actual por el cierre del contrato de alquiler para poder trabajar tranquilos. En la misma instancia ya se encuentran los compañeros de la parrilla Los Chanchitos. Y Don Battaglia que cerrò el contrato el viernes pasado. Mangiata se encuentra cerrando la letra chica con los respectivos dueños y esperan firmar esta semana el contrato. Avances claros y firmes en cada uno de los emprendimientos recuperados que permiten demostrar su viabilidad económica. Pero por sobre todas las cosas, que los trabajadores pueden administrarlos con solvencia. Para verificar esto, sólo basta con ir a comer a alguno de ellos y ver las mesas colmadas o, sorprenderse al ver la fila de gente afuera esperando ingresar.

Prensa FACTA/ Jaime Galeano/1153316613

www.facta.org.ar

 

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