España cambia de rumbo desde la austeridad hacia el estímulo

El jefe del gobierno español ha dedicado los primeros 16 meses de su gobierno a reducir los abultados déficits fiscales con recortes de gastos y alzas de impuestos. Aunque la medicina ha recortado la deuda, se prevé que el gobierno presente hoy un plan económico que prioriza el crecimiento y la liberalización de partes de la economía en desmedro de las políticas de austeridad.

Detrás de la medida está la postración de la economía española. El jueves, por ejemplo, se anunció un aumento de casi un punto porcentual del desempleo, que llegó a 27%. El banco central proyecta que la economía se contraiga 1,5% este año.

El cambio de rumbo, que los detractores de Rajoy consideran tardío, refleja su estilo de gestión. Con la difícil tarea de dirigir España durante su peor recesión en décadas, el presidente del gobierno español mide sus pasos con sumo cuidado, los estudia detenidamente y en ocasiones vacila antes de decidirse.

El gobernante «tiende naturalmente a una estrategia táctica… resolviendo problemas a medida que surgen», dijo Víctor Pérez Díaz, un prominente sociólogo español. «Pero en una crisis a largo plazo y profunda, el estilo de Rajoy no es el adecuado. Requiere una estrategia y energía que él no posee».

Alfredo Pérez Rubalcaba, el político socialista que perdió las elecciones de 2011 contra Rajoy, dijo que su adversario «tiene la tendencia de tomarse su tiempo para resolver problemas, pero la crisis avanza a toda velocidad».

Asesores de Rajoy dijeron que el presidente del gobierno heredó una economía en pedazos y que enfrenta las restricciones dictadas por la Unión Europea y el Banco Central Europeo. Agregaron que su cautela es positiva porque lo salva de dar pasos en falso que podrían provocar reacciones agresivas. Tiene una gran capacidad para aislar la presión, dijeron, y no se deja apartar de lo que considera el camino correcto. Rajoy no quiso ser entrevistado para este artículo.

Una encuesta de opinión realizada este mes indicó que el Partido Popular de Rajoy, que captó 44,6% del voto en las elecciones de fines de 2011, hoy no obtendría ni 25%. Su puesto, sin embargo, no corre peligro ya que las próximas elecciones no serán hasta dentro de tres años y no hay señales de que su partido le dé la espalda.

La lista de los retos que enfrenta es larga. La región de Cataluña busca independizarse. Las huelgas y protestas contra las políticas del gobierno van en aumento. Cerca de medio millón de pequeños inversionistas en bancos nacionalizados afrontan fuertes pérdidas y, por si esto fuera poco, los altos costos de endeudamiento tanto para el sector privado como para el público, frenan la actividad económica.

Este año surgió una nueva complicación: un escándalo. Un juez investiga fotografías publicadas en enero por el diario El País que mostrarían libros contables secretos de pagos mensuales a líderes del Partido Popular, entre los que figura Rajoy. Otro juez citó a la infanta Cristina, la hija del Rey Juan Carlos, en una investigación sobre presunta malversación de fondos públicos que ha avergonzado a la monarquía (su abogado asegura que es inocente). Casi todas las instituciones del poder en España están manchadas por la corrupción o son sujeto del desprecio de la población.

La estrategia cautelosa de Rajoy se refleja en su respuesta a las acusaciones de pagos políticos, que según El País se habrían realizado durante varios años y que habrían provenido de un fondo financiado por empresas constructoras a cambio de contratos con el gobierno durante el auge inmobiliario.

Rajoy negó las acusaciones y reveló sus declaraciones de impuestos al tiempo que instó una mayor transparencia en el gobierno. Sin embargo, no quiso tomar ninguna acción en contra de los miembros de su partido sospechosos de corrupción, dejando el tema en manos de la Justicia.

En marzo, su partido demandó al diario al que acusó de publicar de manera irresponsable información no confirmada. El País respondió que había tomado las medidas necesarias para verificar su informe. El caso podría prolongarse durante años.

La reserva de Rajoy es parte de su educación, como hijo de un abogado provincial educado por los jesuitas en Galicia.

Bajo la presión de la Unión Europea para reducir el déficit fiscal anual que alcanzaba 9% del Producto Interno Bruto, tres veces el límite técnico para un país de la zona euro, Rajoy promovió un paquete de aumentos de impuestos y recortes de gastos. Además, estableció un sistema riguroso para supervisar y castigar los gastos excesivos de los gobiernos regionales.

Tardó más en abordar los problemas del sistema financiero, que sufría las consecuencias del colapso del boom inmobiliario. Rajoy estudió el tema durante semanas antes de que su ministro de Finanzas lo convenciera de que solicitara un rescate internacional de la banca.

El paquete de 40.000 millones de euros, unos US$52.000 millones, puso a los bancos en el camino de la solvencia, pero sus problemas ya habían estremecido a los mercados.

El costo de endeudamiento del gobierno bordeaba el 7% y España era la primera de la lista cuando el BCE ofreció, a fines del tercer trimestre del año pasado, comprar bonos de economías atribuladas de la zona euro. La condición para hacerlo, no obstante, era que los países deudores tendrían que someterse a más restricciones. En lugar de solicitar la ayuda, Rajoy esperó y apostó a que el ofrecimiento del BCE y su promesa de hacer todo lo que fuese necesario para salvar el euro, reducirían los costos de endeudamiento de España a un nivel asequible.

Su cautela dio resultado. El costo de la deuda ha descendido a menos de 5% en medio del apetito de los inversionistas por la deuda de mayor riesgo, que ofrece retornos más altos. Rajoy parece no tener intenciones de acudir al BCE.

Ahora, el giro hacia una estrategia de estímulo económico refleja el malestar de los españoles, cansados con los años de sacrificios impuestos por las políticas de austeridad. Las políticas de estímulo serán limitadas por las exigentes metas fiscales acordadas con la Unión Europea. Se espera que España reduzca su déficit a 4,5% del PIB este año, desde el 7% del PIB a fines de 2012. Y «encima de todo», dijo Antonio García Pascual, economista jefe de la zona euro para BarclaysBARC.LN +0.31% PLC, Rajoy tiene «un capital político muy limitado».

Las acusaciones de corrupción han endurecido el tono de las constantes protestas y turbulencias sociales en España, que el año pasado incluyeron dos huelgas nacionales. En una de ellas, en Madrid, algunas personas portaban carteles con la cara de Rajoy y la frase «Se busca».

Fuente: Wall Street Journal (http://online.wsj.com/article/SB10001424127887324474004578445482579497590.html?mod=WSJS_mercados_LeftWhatsNews)

 

 

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