Expertos señalan que una multitud de dispositivos conectados a Internet de las Cosas comenzará a hacerse cargo de las pequeñas transacciones diarias; el efectivo está condenado a tener un papel secundario.
Lo que viene
Serán los millones de dispositivos conectados a la Red en un plazo de cuatro años, según la consultora Gartner
Cerca de 8000 años atrás, los primeros agricultores comenzaron a usar parte de sus cosechas como bienes de intercambio. La practicidad inclinó luego la balanza en favor de los metales preciosos, más fáciles de fraccionar y llevar encima. El papel moneda comenzó a utilizarse durante el siglo XI, otra de las muchas invenciones atribuidas a la China medieval.
Efectivo, cheque, tarjetas de crédito, el escenario de los medios de pago disponibles se mantuvo relativamente estable durante los últimos 50 años. Sin embargo, la masificación del acceso a Internet, la rápida adopción de teléfonos móviles y el surgimiento de nuevas tecnologías han abierto una ventana hacia un futuro radicalmente distinto en muchos aspectos, incluido el económico.
Entonces, si uno viajara a algunos años adelante en el tiempo, ¿qué tipo de medios de pago vería desde la ventana ligeramente empañada de nuestro DeLorean? Probablemente ninguno.
Futuro invisible
A menos que se tenga por costumbre ir a todas partes con fotos impresas de la familia, las tradicionales billeteras de cuero se convertirán en un artículo de museo en los próximos años.
¿Las razones? Son varias, comenzando por la futura desmaterialización de los más de 1000 millones de tarjetas de crédito que actualmente están en circulación. «Creo que el formato de las tarjetas de crédito probablemente va a cambiar», dice a LA NACION Bill Maurer, director del Instituto para Dinero, Tecnología e Inclusión Financiera de la Universidad de California en Irvine (UCI). «Vemos una migración gradual hacia un espacio más virtual, que ya empieza a verse en las compras en línea», añade.
Rubén Salazar Genovez, vicepresidente senior de Productos para Visa en Latinoamérica y el Caribe, coincide en que existe una necesidad de pasar del plástico a un entorno invisible donde se mantienen las credenciales de pago. «Los dispositivos conectados están cambiando todo lo que sabemos acerca de las compras y el pago. La Web y los pagos móviles son sólo el comienzo», añade el ejecutivo.
La expansión de las plataformas de pagos móviles y la consecuente digitalización del dinero también pondrán en jaque a los billetes y las monedas, pero no alcanzará para extinguirlos. «No creo que el efectivo vaya a desaparecer», augura Maurer. «La moneda, en particular, es una de las tecnologías más antiguas en uso que existen, es increíblemente resistente.»
Según el académico, su empleo perdurará en los estratos económicos más bajos, donde el acceso a servicios financieros es limitado. Incluso Anuj Nayar, director de Iniciativas Globales de la plataforma de pagos electrónicos PayPal, piensa que el efectivo resistirá el embate digital. «Todavía hay espacios para tecnologías anticuadas», afirma. «El problema son las molestias que conlleva su uso, su deterioro, lo que pasa cuando se pierde.»
En este contexto, se estima que esta desmaterialización parcial de los medios de pago vendrá atada a una sensible baja del papel humano en algunas transacciones, que empezarán a automatizarse.
Si se cumplen las predicciones de la consultora Gartner, la Internet de las Cosas -IoT, por sus siglas en inglés- será una realidad consolidada en los próximos cuatro años. Existirán en ese momento alrededor de 20.400 millones de dispositivos conectados a la Red, desde cafeteras hasta postes de alumbrado público.
En este nuevo mundo, diversos elementos conectados a Internet tendrán la capacidad de transaccionar entre sí de una manera continua y sin la supervisión permanente de los usuarios, fenómeno que Maurer denomina «pagos ambientales». «En el mundo de la IoT veremos algunos pagos que suceden en el fondo, especialmente en el nivel de los micropagos», señala.
Gregorio Trimarco, de la división de Productos Globales y Canales Digitales de MasterCard, acuerda con esta visión. «Vemos que los pagos van a ser convergentes. Creemos que cada dispositivo conectado puede ser uno de pago. Ya existe tecnología para que esto suceda.»
En el futuro se populizarán las heladeras inteligentes con sensores que detectarán cuándo se empieza a agotar un producto. Mediante una simple conexión a Internet, este electrodoméstico podrá ponerse en contacto por sí mismo con un supermercado cada vez que sea necesario reponer los alimentos faltantes.
Los vehículos conectados y autónomos también podrían ser un factor determinante en la expansión de esta nueva economía. Un sistema integrado al automóvil permitirá, entre otras posibilidades, automatizar el pago de una serie de servicios, como la carga de combustible, los parquímetros e incluso el seguro automotor.
También existe espacio para los nuevos pagos en el segmento de la realidad virtual. Tan sólo en mayo, la procesadora de pagos Worldpay presentó una prueba de concepto de una solución que permite comprar los elementos dispuestos en una situación de realidad simulada.
Nuevos problemas
Con nuevas tecnologías vienen nuevos problemas. Cualquiera de los elementos conectados a la Red será vulnerable a ciberataques, por lo que garantizar la protección de la privacidad se vuelve fundamental, especialmente cuando corre riesgo la integridad financiera de los usuarios.
Por eso, Visa y MasterCard se están preparando para un mundo en que la firma de comprobantes de pago y los passwords serán apenas recuerdos lejanos. Entre las tecnologías que exploran se destaca la geolocalización y la biometría en sus diversas facetas -reconocimiento facial, autenticación en dispositivos con huellas digitales, etcétera-. «Mientras más complejos se vuelven los sistemas, mayores son los desafíos», dice Maurer. «Sólo hace falta un eslabón débil para complicar toda la cadena.»
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/2053539-tecnologia-mata-billetera-llega-la-hora-de-los-pagos-invisibles