Cuando éramos chicos a menudo nuestros padres y maestros nos decían «no te quedes callado» y «hacete oír». Aunque uno no debe quedarse callado si algo le molesta o tiene algo significativo que decir, estas instrucciones sirven para idealizar a la persona asertiva que es percibida como la alegría de la fiesta o el exitoso que sale en busca de la vida.
Si bien ser asertivo no tiene nada de malo, hay un problema cuando la gente no tiene nada que decir. Puede sonar como una contradicción en términos, pero piense cuántas reuniones de trabajo se hundieron porque un colega habló mucho sin agregar nada valioso. ¿Cuántas veces apenas ha terminado de decir algo, otra persona inmediatamente lanza su propio monólogo? Es como si estuviera esperando su turno para hablar en vez de realmente atender a lo que usted tenía que decir.
Aprender a sentirse cómodo con su propio silencio puede tener una cantidad de beneficios de productividad, según varios expertos en oratoria pública. Para poner eso a prueba decidí abrazar el silencio una semana. Hablé menos en reuniones para darme el tiempo de formular realmente algo que valiera la pena decir y permitir a otros ser los que más hablaran en la conversación. Estos fueron los resultados.
Lucí como más seguro
Luego de una discusión en una mesa redonda sobre la industria editorial en un evento en el que fui invitado a hablar, alguien del público vino y me dijo: «¡Usted es un expositor tan seguro de sí mismo!» Esto me impactó, porque en realidad estaba nervioso. Pero como me di tiempo para hacer pausas y formular activamente mis pensamientos antes de hablar, lo que resultó en entre cinco y diez segundos de silencio en el escenario en cada pausa, la gente del público lo interpretó como que tenía más confianza en lo que decía. «Los oradores que logran abrazar el silencio, en vez de llenarlo con pausas vocalizadas tales como «um», «eh», «este» y «ustedes saben», son percibidos como más seguros y creíbles», asegura Amber Wright, experta en comunicaciones.
La gente me escuchó con más atención
También advertí que luego de abrazar el silencio, cuando hablaba la gente parecía escuchar con más atención. Wright dice que esto es resultado de lo que se conoce como hablar con intención. Es lo opuesto de lo que hace la mayoría de la gente cuando corre a responder al jefe en una reunión de trabajo. «Hablar menos y abrazar el silencio son estrategias de comunicación no verbal que también sirven como reguladores de la conversación» dice.
Mejoré mi capacidad de escuchar
Hablar menos en eventos y en reuniones, así como en conversaciones con amigos, me hizo sentir más empatía hacia los demás. No tomar sus pausas como la señal de largada para lanzar mis pensamientos me permitió escuchar realmente lo que los demás decían. Advertí que me daba más tiempo para pensar las cosas. También observé que la gente respondía a esta empatía con la misma actitud. «A menudo escuchamos para responder, en vez de escuchar para conectarnos», dice Wright. «La gente habla demás o divaga porque quiere ser vista», explica.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1970763-los-beneficios-inesperados-de-mantenerse-callado