Conducir un vehículo es una actividad potencialmente peligrosa realizada en vías de uso colectivo. La atención a la conducción y a sus circunstancias es un pilar fundamental en la seguridad vial, y demasiado frecuentemente se ve disminuida por diversas causas. Según la Dirección General de Tráfico las distracciones causan más del 30% de los accidentes de circulación.
Veamos algunas causas y focos de distracción así como algunas pautas que favorecen la constancia y la intensidad en la atención que, como en casi todos los ámbitos, sólo cuando se consiguen convertir en hábitos llegan a ser realmente efectivas. Lograr el hábito de la atención continua a la conducción debería ser un objetivo importante de todo conductor.
Conducción, una compleja actividad
La conducción es una actividad compleja, basada en una continua secuencia de recepción de información a través de los sentidos, procesado de la misma y actuación motriz consecuente. El manejo del vehículo, una vez superado el aprendizaje, se convierte en una actividad casi automática del cuerpo, el cual actúa sin pensar sobre los mandos del vehículo según las decisiones que se tomen sobre la información, especialmente visual. Gracias a esto realmente el manejo de los mandos no requiere una especial atención, sin embargo la falta de atención sí tiene como consecuencia directa una falta información de lo que ocurre en la vía lo que, como es lógico, es el principal origen del peligro por distracción.
¿Por qué nos distraemos?
La conducción es una actividad que puede acabar siendo monótona, y salvo en las primera época como conductores, no emociona ni requiere una intensa concentración.
Los automovilistas se sienten más relajados a medida que van adquiriendo experiencia y tienden a dedicar el tiempo que pasan en el coche a otras actividades. Además el ritmo de vida actual a veces nos obliga correr riesgos innecesarios en los vehículos, como comer, leer, y hacer vida social a través del teléfono.
La falta de conciencia del peligro hace pensar a los conductores que no nos va a pasar nada por apartar la atención momentáneamente.
Lo que resta concentración
Hay ciertas actividades que captan demasiada atención del pensamiento y durante las cuales, incluso aunque se mantenga la vista sobre la carretera, se deja de percibir bastante información. Estas son hablar y tener una preocupación o emoción fuerte. Sobre la primera se tiene un control voluntario, y es responsabilidad del conductor dejar de hacerlo al menos de una manera intensa. Sin embargo sobre la segunda es mejor intentar relajarse antes de conducir o dejar que lo haga otra persona.
Otras actividades de distracción son aquellas que hacen apartar la vista de la vía, con el consecuente y grave desconocimiento de lo que ocurre.
Es habitual ver a conductores que miran, hablan y gesticulan vivamente al copiloto mientras conducen. Esto es inadmisible dado que tanto el manejo de los mandos como la atención en la carretera quedan desatendidos por habilidoso que sea un conductor. Estudios apuntan que tras hablar más de tres minutos los conductores no perciben el 40% de las señales, la velocidad suele bajar y el tiempo de reacción es mayor.
El volumen demasiado alto de la radio también hace perder atención y aísla al conductor de la realidad. Hay que recordar que a través del oído se percibe mucha información exterior.
Una actitud ociosa y despreocupada en exceso provoca la tendencia a la distracción.
Algunas pautas para mejorar la atención
Evitar mantener conversaciones intensas o complejas, tanto por teléfono como con los pasajeros, ni mucho menos discusiones, ya que es imposible de compaginar con una atención de calidad en la conducción.
Antes de iniciar cada viaje, por corto que sea, el conductor deberá haber realizado en lo posible todas las actividades pendientes. Salir unos instantes después pero con los deberes hechos siempre será más seguro que conducir haciendo malabares: el móvil deberá estar conectado al cargador, el manos libres activado y las actividades sociales realizadas. También debería estar la emisora de radio preferida sintonizada, cinturón abrochado, víveres a mano, el GPS programado, el tabaco y mechero cercanos, etc… Todo ello siempre antes de iniciar el viaje.
El ambiente del vehículo debe ser el apropiado para que el conductor no se distraiga. Esto también es una responsabilidad de los pasajeros quienes en caso de hablar lo harán en conversación relajada. Viajar con amigos o familiares poco habituales es un factor de riesgo por el esfuerzo social al que se puede someter al conductor. Un ambiente festivo, puede distraer y aislar al conductor de la realidad exterior. Por desgracia son habituales los accidentes de coches en los que viajan grupos de amigos.
No dar indicaciones al conductor si no es del todo necesario. Los pasajeros no deberán dar indicaciones al conductor sobre el itinerario o la forma de conducir pues éste puede cometer errores al salirse de su modo habitual de actuar. En las situaciones que requieren concentración especial para el conductor, como cruces, incorporaciones o curvas, se debe dejar al conductor tomar sus propias decisiones en silencio como lo haría cuando viaja solo, a no ser que pida ayuda u opinión expresa.
El conductor no debería ser responsable de los niños, los cuales pueden ser una fuente de distracción importante. Desde que son muy pequeños los niños deben entender que no pueden tener del conductor la misma atención que fuera del coche.
El hábito de la atención permanente puede afianzarse recordando consejos como los comentados, e intentando convertirlos en costumbres. Puede ayudar el dedicar unos instantes, antes de iniciar cada viaje, a reflexionar sobre lo que puede ocurrir si se pierde la concentración en la conducción y tomando una actitud responsable. Conducir es peligroso para el conductor, los pasajeros y los demás usuarios de la vía y elegimos voluntariamente hacerlo. Decirse a uno mismo “voy a conducir y nada más que conducir. Quedo libre de las actividades habituales durante un rato y no va a pasar nada por ello”.
(fuente: http://www.circulaseguro.com/como-evitar-las-distracciones-el-habito-de-la-atencion-permanente/#more-89466) publicación española