n la ciudad y en el interior crecen las oficinas compartidas, gracias al teletrabajo y al emprendedorismo
Los espacios de coworking albergan a unos 6856 trabajadores.
Puestos de trabajo de alquiler, terreno físico de la cultura freelancer, de la gesta de proyectos y de los inicios de nuevas compañías, los espacios de coworking proliferaron en los últimos tiempos en el país.
Hasta el año pasado existían 61 oficinas de este tipo, lo que representa un crecimiento desde los 38 que se contaban en 2014, según un relevamiento del sitio de economía colaborativa El Plan C, creado por Marcela Basch, quien asegura que el número sigue avanzando.
La expansión de estos lugares que ofrecen comodidades y networkingmayormente a profesionales independientes y emprendedores se explica por una tendencia en alza. Según Freelancer.com -la plataforma más grande del mundo en empleo autónomo-, unas 19 millones de personas en el mundo trabajan de forma independiente a través de la Web. Entre ellas, 200.000 se encuentran en la Argentina, más precisamente, en los grandes centros urbanos, detallan desde la firma In Box, que inauguró 1000 m2 en abril.
Los espacios de coworking ya albergan a unos 6856 trabajadores contra 2196 en 2014, según el resultado de la encuesta de El Plan C. Respecto de los perfiles, tecnología y diseño, materias típicas de trabajo remoto, son los principales. Aunque también hay una diversidad relacionada con qué casilla ocupan los trabajadores: freelance, emprendedor o empleado de una corporación.
La encuesta precisa, además, que Buenos Aires lidera la lista de ciudades con mayor número de oficinas compartidas, con un total de 26, que asciende a 34 si se suman las del Gran Buenos Aires y La Plata. En segunda posición le sigue Córdoba, con 15 espacios, número que convierte a esta capital del interior en la primera en proporción de espacio disponible por cantidad de habitantes. No es casual que ambos centros urbanos constituyen actualmente los de mayor desarrollo en cuanto al ecosistema emprendedor. Otros polos reconocidos, Rosario y Mar del Plata, son las escoltas en este ranking, pero lejos de los primeros, con cuatro y tres espacios, respectivamente. «En 2015 se incorporaron a la encuesta pioneros en sus localidades e incluso en sus provincias. Así entró en el mapa del coworking San Juan, con NerdCube, y las ciudades de Tandil, Olavarría y San Nicolás», ejemplifica Basch.
«El negocio avanzó en todos los sentidos, en oferta y en clientes -afirma Florencia Faivich, socia de Urban Station-. El público es más heterogéneo y hasta entraron las grandes empresas.» Ese público relacionado con el teletrabajo en las compañías se sirve de la flexibilidad que adquirieron algunos de estos espacios: Urban Station implementó tarjetas prepagas transferibles con tarifas que se fragmentan, incluso, por hora. «También usan nuestros espacios como una alternativa a la típica sala de conferencias, que suelen organizarse en hoteles», dice Faivich.
El crecimiento de la actividad también impulsó a AreaTres, que empezó en 2009 en Palermo; abrió sus «Labs», en 2013, para clases, eventos y emprendedores, y ahora está iniciando la etapa «beta» con un edificio construido en el mismo barrio para ser un centro de trabajo y encuentro del ecosistema porteño: emprendedores, startups, pymes y equipos de multinacionales, cuenta Martín Frankel, socio de la firma. El Nuevo A3 tiene 4600 m2 y capacidad para más de 400 emprendedores.
La empresa forma parte de una liga de espacios (The League of Extraordinary Coworking Spaces) a través de la cual los miembros tienen acceso a más de 50 espacios destacados en los Estados Unidos, Europa, Asia y Australia. Y de la del «coworking visa» -a la que también adhieren otras firmas locales-, que permite intercambios con más de 450 coworkings en el mundo.
Por ejemplo, quienes participen de un espacio en Buenos Aires, La Maquinita, por mencionar uno, pueden trabajar un par de días gratis en el marplatense Dorregus, comenta Matías Calvo, a cargo del lugar.
Ahora, el contexto de inflación y suba de tarifas tiene un doble efecto. Por un lado hay quienes valoran los espacios de coworking frente a los costos de alquiler de una oficina propia, que va de US$ 20 a US$ 24 por metro cuadrado, sin contar el equipamiento, detalla un informe realizado por Colliers Internacional y citado por Julio Mangiantini, directivo de In Box. Eso contrasta con las tarifas para ocupar un escritorio, que parten de $ 500 y llegan a $ 2500 al mes.
Pero, por otra parte, las subas impactan en estos lugares de trabajo de vanguardia. «El alza de los servicios y todo lo relacionado con el mantenimiento de los espacios de trabajo nos viene apretando. Pero los emprendedores también son golpeados por la situación, por eso mantuvimos nuestros costos sin aumento desde noviembre», concluye.
En busca de un marco legal
Aunque los primeros abrieron hace unos siete u ocho años, los espacios de coworking aún no cuentan con una regulación propia. No existe una figura específica para habilitarlos: no son oficinas privadas, ya que quienes trabajan allí no son empleados de los dueños; no son gimnasios ni cafés… y, sin embargo, las habilitaciones lo acreditan
La Subsecretaría de Economía Creativa y de Comercio Exterior porteña trabaja por estos días en la «elaboración de un proyecto de ley para dar una normativa a estos lugares de trabajo, para regularlos como lo que son, y evitar que estén expuestos como lo están hoy», dice Santiago Sena, director de Emprendedores
Martín Frankel, de AreaTres, opina que «los coworkings son semilleros de innovación y centros de actividad emprendedora», y por eso deben considerarse las actividades que allí se desarrollan: es en parte oficina y espacio laboral distendido, parte café y espacio social, parte espacio educativo, parte espacio para eventos profesionales
El marplatense Matías Calvo, que inició un grupo de Administradores de Coworkings, propone crear una norma nacional que alcance a los que desarrollan el negocio en el interior
(fuente: http://www.lanacion.com.ar/1916593-la-colaboracion-multiplica-los-espacios-de-coworking)
Lectura sugerida por Presidencia del CA – Muchas gracias María Belén Gomez por aportarla.