Los creadores de la aplicación española Happyforce aseguran que los trabajadores más felices son más productivos, pero que una compañía con altos índices de satisfacción no necesariamente es la más efectiva.
A medida que las evaluaciones de desempeño y las encuestas de clima van de a poco dejándole lugar en los presupuestos de Recursos Humanos a herramientas de «people analytics», proliferan también nuevos instrumentos digitales destinados a actuar de «termómetro» de lo que sucede en los lugares de trabajo.
Algunos de ellos son para organizar las tareas en equipo o para dar reconocimiento a los colaboradores. Y hay quienes se animaron a atacar otro de los temas que se vuelve clave sobre todo para las firmas que necesitan talento joven: la felicidad.
Una de las pocas «apps» que el mercado ofrece para este fin es la española Happyforce. Su funcionamiento es muy sencillo: se invita a los empleados a seleccionar a través de una serie de cuatro emoticones cuál es la emoción que mejor representa cómo fue su jornada.
Estos datos se combinan para formar un índice que muestra el sentimiento en general que tienen los colaboradores de una determinada empresa, ya que la participación es anónima y voluntaria.
Gracias a esa modalidad, logran que en promedio el 50% de los usuarios en las 35 empresas que ya implementaron esta solución participen diariamente. La media de utilización de la plataforma es del 80% de los trabajadores en el mes.
Estos también pueden dejar un comentario por día para indicar el motivo de la emoción que eligieron, y sumarse con un «me gusta» a los mensajes que dejaron los demás. Todos pueden ver las publicaciones, desde el presidente de la compañía hasta el pasante, de manera que la información es transparente.
¿Para qué sirve invertir en una iniciativa como esta? «En una startup con un equipo chico, se logra una conexión brutal y eso te da información para poder moverte rápido y cambiar el producto o los procesos cuando se detectan los problemas. Te da una ventaja competitiva que no tienes en una empresa de 500 o 3.000 personas. Nuestra aplicación lo que hace es retomar esa conexión directa», respondió a iProfesional Alex Ríos, CEO de Happyforce, durante su visita a Buenos Aires.
Abundan ejemplos del tipo de información que la organización obtiene al registrar estos datos: en la plataforma surge desde el pesar general que se instala en la fuerza de trabajo luego de una revisión salarial, pasando por problemas que afectan al bienestar del día a día (café de mala calidad, demasiadas horas extras, etc.) o incluso cuando un producto no es bien recibido por los clientes en tiendas distribuidas en todo un territorio nacional.
«Con Happyforce no se puede detectar qué le sucede a un empleado en particular, sino si eso que esa persona piensa o aquello que lo afecta lo comparte mucha gente. Si eso es así, es un punto importante. Esa información es oro y lo que hace la aplicación es que aflore, porque el anonimato les permite a los que contribuyen ser totalmente sinceros», añadió el CEO.
Les ha sucedido, según contó a este medio Segio Cancelo, Happiness Manager de la startup española, que mientras el responsable de Recursos Humanos está preocupado por si la gente tiene las competencia adecuadas, si se sienten realizados con el trabajo o por el desarrollo profesional, al implementar la aplicación la gente solo se quejaba de que no había suficientes microondas para calentar la comida, y eso estaba afectando directamente su productividad.
«El mensaje llega directo a la dirección de la empresa. Es como tomarse un café virtual todas las mañanas con cada empleado», agregó.
Para las empresas con vocación de cambio y de mejora constante, esa premisa es como un sueño hecho realidad. ¿Pero qué sucede en las firmas donde los jefes prefieren no escuchar las opiniones de los subalternos?
Lo que sucederá con ellos, indicó Ríos, es que rápidamente perderán competitividad en cuanto empresas rivales empiecen a escuchar a los empleados.
«Serán menos competitivos si los otros pueden mejorar más rápido su producto y sus procesos, si los colaboradores buenos se quieren ir a trabajar a la competencia mientras que ellos se quedan con los mediocres. A mediano o largo plazo sufrirán las consecuencias», dijo el CEO.
Por eso las empresas que se preocupan por la felicidad de las personas, según analizaron los fundadores de Happyforce, tienen una sola cosa en común: no se definen ni por tamaño ni por industria, sino por tener un management con vocación de hablar con el público interno y externo para entender los problemas.
«Estamos en un congreso de comunicación interna y de lo que más se habla es de la dificultad de que los empleados se manifiesten de manera honesta. Es difícil que la información sobre lo que realmente los afecta llegue a la dirección de la compañía», dijo Ríos a iProfesional durante el CominForum Regional organizado por Énfasis Motivation Company en el Paseo La Plaza de Buenos Aires.
«Se usan mucho los espacios abiertos en las oficinas, ¿pero cuántas personas se sientan al lado del director general y le comentan ‘qué mal lo has hecho hoy’?», ejemplificó Cancelo.
Se trata entonces de un movimiento valiente el instalar una aplicación que permite a los empleados tener una vía de comunicación. Claro que una vez abierta la puerta, también será necesario dar algún tipo de respuesta a las cuestiones que cobren importancia en la plataforma.
«Es una bala muy importante, si las empresas implementan Happyforce pero luego no quieren escuchar ni cambiar nada, el efecto es contraproducente. Además muchas veces no hace falta modificar ni resolver nada. La gente solo quiere saber que fue escuchada, y eso ya tiene un impacto enorme», opinó Cancelo.
Claro que el objetivo tampoco debe estar puesto en lograr que escalen los índices de emoticones positivos para tener una empresa, a todas luces, «feliz».
«Tenemos empresas con 90% de positividad, donde los comentarios son todos positivos, pero están en una burbuja, en una zona de confort. El día que tenga un pequeño problema esa empresa, todos saldrán corriendo», advirtió Ríos.
En este sentido resumió: «Solo puedes mejorar y aprender de las cosas que no haces bien. Si solo hay comentarios para decirle al jefe lo guapo que es, no funciona. La idea es encontrar lo que a la gente le molesta, o no entiende o no comparte. Y también aquello que se hace bien para reforzarlo».
Más que relato
«No podemos ser Happyforce y hacer lo mismo que hacen todas las empresas», dijo muy divertido Ríos, quien afirma estar muy orgulloso de la cultura corporativa de la organización.
Los ejecutivos lo describen como una serie de «experimentos» que implementan con su fuerza de trabajo muy diversa, de 12 empleados que trabajan desde donde desean, en el momento que quieren, la cantidad de horas que ellos deciden y por un salario que definen ellos mismos.
La empresa surgió como un desprendimiento de una compañía de desarrollo de aplicaciones móviles en la cual ya trabajaban los fundadores; tanto Ríos como Cancelo y Daniel Castro, quien es el Chief Technology Officer (CTO).
En 2011 y 2012 esa firma ganó un premio como mejor empresa donde trabajar, y por lo tanto quisieron conocer realmente si los empleados eran felices allí. Para ello implementaron un sistema de imanes en una pizarra con la cara de cada colaborador, donde ellos indicaban cómo había sido su jornada laboral.
Fue el inicio de Happyforce. «Las personas se animaban a decirnos cómo estaban una vez que entendieron que no les pasaría nada, sino que solo queríamos entender cuáles eran los problemas. Y no diferenciábamos entre los laborales o no laborales. Porque una persona está mal en la casa no puede automáticamente entrar a la oficina y estar bien o viceversa», recordó Cancelo.
En 2015 la startup pasó a ser una compañía independiente, con su propia cultura corporativa. Nació como empresa deslocalizada donde cada uno realiza su tarea desde donde lo desea. Por caso, Castro está en Palma de Mallorca, Ríos vive en Madrid y Cancelo en Barcelona.
«No creemos que un talento deba abandonar el lugar en donde vive para trabajar con nosotros», indicó el Happiness Manager, para quien el objetivo es que cada uno desarrolle el concepto de «autonomía responsable».
Tampoco la empresa tiene oficinas físicas, sino que el presupuesto destinado para ese fin se deriva a lo que cada empleado necesite para cumplir con su trabajo desde donde lo desea, incluso para el alquiler de espacios de coworking. Y a los clientes -que son de España, Estados Unidos, México, República Dominicana y Australia- se los atiende las 24 horas a través de un chat.
«Tenemos un sistema salarial libre en el que cada empleado decide lo que cobra al final de mes, de acuerdo al trabajo que desempeñó y lo que aportó. Aplicamos los mismos conceptos, se difunde una lista en la que toda la información es transparente. Se ve desde el sueldo nuestro hasta el del último becario», afirmó el CEO.
Se aspira a que los empleados hagan el ejercicio de reflexionar cuánto aportaron a la compañía y a sus objetivos. Esto, claro está, implicó tener con algunos colaboradores conversaciones difíciles.
«Hubo un empleado que hacía un excelente trabajo y pedía cobrar muy poco. Tuvimos una charla en la que le dijimos ‘estamos encantados de pagarte así, pero creemos que aportas muchísimo más y queremos que sepas que los tres socios consideramos que tu trabajo vale’. Y hemos tenido conversaciones donde decimos que para el momento en el que está la empresa y cuál es el plan lo que estamos pagando no nos compensa», detalló Ríos.
Además de participar en el mencionado congreso de Comunicación Interna, los fundadores de Happyforce utilizaron su semana en Buenos Aires para promover tanto la aplicación móvil como su cultura corporativa en empresas argentinas, y se fueron con muchas expectativas de lograr también aquí clientes que quieran profundizar su conocimiento sobre lo que sucede en sus propias compañías puertas adentro.
Fuente: Iprofesional