(f) Eso que llaman privacidad en Internet
Servicios gratuitos a cambio de información personal. Ese es el trueque que todos hacemos en Internet. Para el autor de este ensayo, es un pésimo negocio.
En “El curioso caso de la privacidad en Internet”, un ensayo publicado en Technology Review, Cory Doctorow dice que lo que está ocurriendo en Internet es que cambiamos nuestra privacidad por servicios. Nuestra información privada parece ser menos valiosa para nosotros que para las firmas que la obtienen de nuestro navegador mientras nos paseamos por la web. Las empresas saben qué hacer con la información para convertirla en valor, para ellas y para nosotros. Este acuerdo ha adquirido proporciones astronómicas porque hay miles de millones de dólares en juego. Pero si es una transacción, opina el autor, es un acuerdo unilateral y no nos favorece. Para explicar el tipo de acuerdo que hacemos con nuestra privacidad varias veces al día, redactó el siguiente párrafo:
Al leer este acuerdo, usted da a (la firma que corresponda) y sus asociadas el derecho ilimitado a interceptar y examinar sus elecciones de lectura de hoy en adelante, para vender las interpretaciones que de allí surjan y para retener esa información a perpetuidad y ofrecerla sin limitaciones a cualquier tercera parte.
Obviamente esto no es exactamente lo que dicen los términos que leemos en los sitios. Para completar la analogía, dice, habría que agregar lo siguiente: “este acuerdo está sujeto a cambios en cualquier momento”.
Lo que aceptamos en Internet no es una transacción negociada, es una mesa servida, donde los hechos íntimos de nuestra vida, nuestros intereses y nuestros amigos) son los platos del buffet. ¿Por qué valoramos tan poco nuestra privacidad? En parte, dice Doctorow, porque así nos lo inculcan. Aunque leamos la letra chica, los seres humanos somos pésimos en poner un precio al valor neto actual de una decisión cuyas consecuencias se verán en el futuro lejano.
Los riesgos aumentan a medida que revelamos más cosas, algo que el diseño mismo de los medios sociales nos condiciona a hacer. Cuando comenzamos una vida en una nueva red social, nuestros amigos aparecen y nos felicitan de que nos hayamos sumado a la fiesta. A medida que contamos más crecen las felicitaciones. Aunque no siempre, algunas relevaciones terminan siendo granadas que explotan en nuestra cara.
(fuente: mercado.com.ar)