TRAGARSE UN SAPO. Con esta expresión se quiere representar una situación en la que una persona debe, obligatoriamente, atravesar y soportar una circunstancia muy desagradable. Esto puede ocurrir en el trabajo, en la vida afectiva o en la vía pública. Más allá de dónde ocurra y cuán grave sea el caso, la idea de tragarse un batracio supone una acción tan poco deseable que la metáfora aparece como difícil de superar. También se utiliza cuando una persona debe, obligatoriamente, atravesar y soportar una circunstancia muy desagradable. Esto puede ocurrir en el trabajo, en la vida afectiva o en la vía pública. Más allá de dónde ocurra y cuán grave sea el caso, la idea de tragarse un batracio supone una acción tan poco deseable que la metáfora aparece como difícil de superar.
¿Cual es el origen de la expresión? Los sapos (y -además- las culebras) eran en la antigüedad la representación corpórea del demonio. Tragarse un sapo era soportar el ingreso del mal adentro del cuerpo. Posiblemente el dicho tenga su origen en la Francia medioeval en donde cuando un señor feudal o un noble destrataba a un siervo, se decía «avaler des coulevres» -trabar culebras- indicando que no había otro camino que soportar las injurias o humillaciones en silencio porque podían costar la honra o la vida.