No es lo mismo que te orienten sobre qué camino te puede convenir para llegar a un lugar o desarrollar un proyecto a que te marquen la ruta estricta de la que no podés desviarte un centímetro ni decidir el más mínimo movimiento para alcanzar el mismo fin. No trabajamos igual cuando contamos con cierta libertad de acción que cuando estamos encorsetados de principio a fin.
Meghan Biro, experta en recursos humanos y fundadora de la consultora TalentCulture, explica en su libro Employee Experience que cuando las compañías imponen demasiadas reglas se transforman en asesinas de la productividad, ya que estas hacen que las personas se sientan asfixiadas y subvaloradas en su potencial. Y aunque es verdad que muchas organizaciones comienzan a ser más laxas en sus exigencias de tiempo trabajado en la oficina u ofrecen un mejor balance y bienestar personal, aún es alta la burocracia, el exceso de procedimientos y las reglas que están entre las principales razones que nos desmotivan y nos alejan de algo que deseamos cada vez más: autonomía.
Biro describe cómo la reducción de reglas incrementa el cumplimiento de las obligaciones. Las personas con posibilidad de compartir ideas, dar opinión y encontrar un modo de comunicación interna fluido en la oficina se consideran más felices y comprometidas con sus empleadores. Esto implica un estilo de comunicación en el que los directivos comparten información asiduamente y permiten que las opiniones de su equipo trasciendan las jerarquías. Para Eugenio Marchiori, profesor de la escuela de negocios de la Universidad Torcuato Di Tella, la autonomía (con menos burocracia y reglas) representa una forma de innovación para conseguir un desarrollo sustentable. «La resolución de este dilema se encuentra arraigada en el ADN cultural de las organizaciones. Aunque hay reglas explícitas, las que tienen mayor impacto son las implícitas en la cultura», dice.
Para Marchiori, las mayores dificultades se presentan en entornos cambiantes con productos y servicios de alto valor agregado. «En este caso las reglas pueden resultar un corsé para la creatividad, el gran daño que produce la burocracia es la pérdida de responsabilidad individual», opina. Así, las personas se preocupan más por cumplir su parte del proceso sin pensar en las consecuencias de sus acciones. Una organización donde los individuos se apegan a las reglas sin sentido crítico se arriesga a no responder de manera adecuada al entorno.
Para innovar hay que tener libertad, ya que muchas veces las reglas implican falta de confianza y para crear cosas nuevas se requiere confianza. Eso cree Alejandro Melamed, experto en recursos humanos y autor de El trabajo del futuro, y el futuro del trabajo. «Cuando hay tantas reglas estrictas se elimina la agilidad, una palabra clave en el mundo actual de los negocios», dice. Melamed explica el concepto de Freedom with a Framework, que podría traducirse como Libertad de trabajo, con ciertos lineamientos pero con pocas reglas. Las personas quieren ideas claras, pero también libertad para decidir por cuenta propia, autonomía para definir sus prioridades y flexibilidad para ir ajustando en función de su visión personal y particular. «Las organizaciones que saturan con demasiadas reglas y condiciones infantilizan a sus equipos, ya que en lugar de tratarlos como adultos con capacidad de decisión e innovación, les terminan fijando cada paso que deben dar. Considero que la clave es transformar las reglas por lineamientos, y el pensamiento podría estar más direccionado en fijar los límites y brindar la libertad para actuar dentro de ellos», cierra.
Dotar de más autonomía se puede intentar en varios niveles: en la tarea, en el equipo, en el tiempo o en las técnicas para llegar a una meta. El autor y emprendedor serial Seth Godin dice que para él el arte consiste en escoger cuáles son sus límites. «Esa es la autonomía que más persigo, la de tener la libertad de elegir mis propios límites.»
Fuente: La Nación