Ir en bicicleta al trabajo puede reducir el estrés hasta en un 40%

Bicicletas-TrabajoEsto se desprende de un estudio realizado en Inglaterra, que midió la frecuencia cardíaca y la respiración de los ciclistas durante el recorrido. En un ranking de las ciudades más amigables con la bicicleta, Buenos Aires aparece en el lugar número 14.

El uso de la bicicleta en las ciudades es, cada vez más, una alternativa de transporte que combina ventajas sobre la salud de las personas y el funcionamiento del tránsito. En la capital danesa, Copenhague, conocida en Europa como «la ciudad de las bicletas», una investigación sobre más de 30.000 personas demostró que aquellos que eligen este medio de transporte tiene en promedio un día menos de ausencia laboral y que andar en dos ruedas representa un ahorro anual de 12 millones de dólares anuales en el sistema de atención de la salud. En Boston, Estados Unidos, el principal centro médico empezó a recetar andar en bicicleta como una medida para enfrentar la obesidad y darle la posibilidad a las personas de bajos recursos de que se inscribieran en el sistema de bicicletas públicas por un año y a 5 en lugar de 80 dólares.

Para sumar demostrados beneficios, una investigación realizada en el Reino Unido sobre 20.000 viajes de mil personas mostró que quienes usan la bicicleta hacia el trabajo evidencian hasta un 40% menos de estrés que aquellos que toman el transporte público o sus vehículos particulares. El estudio contó con la colaboración del Stanford Calming Technology Lab, que aportó un pequeño dispositivo llamado Spire, que mide frecuencia cardíaca, respiración y duración del trayecto recorrido. «Los ciclistas mostraron estar un 40% menos estresados durante la primera hora después de llegar a su trabajo respecto a sus compañeros que llegaban en auto o transporte público, debido a que su respiración era más pausada y estable», dijo el cofundador de Spire, Neema Moraveji, quien agregó que “las personas suelen pensar en el estrés como algo que ocurre en el trabajo, y desde luego que sí, pero los desplazamientos son interesantes porque son un lugar en donde uno es parte de su entorno». En nuestro país no existen estudios similares, pero el uso urbano de la bicicleta es un fenómeno cada vez más frecuente.

«Es indudable que andar en bicicleta supone hacer ejercicio y eso siempre mejora el estado de ánimo -dice a ARQ Fabián Pons, de Ovilam-. Sin embargo, no estamos al nivel de ciudades como Amsterdam o Copenhague. Si bien las bicisendas y ciclovías se van intensificando en la ciudad, aún falta que se instaure la cultura del respeto de las normas de tránsito por parte del automovilista y del ciclista también. El ciclista tiene el falso mito de que las normas no rigen para él y que, por ejemplo, no debe detenerse frente al semáforo. Que no tenga patente y no sea identificable no significa que no deba observar reglas al conductir». Pons puntualiza que la mayoría de las mujeres que eligen la bicicleta como alternativa de transporte sustentable suelen ser respetuosas de leyes y normas de tránsito, y que los más jóvenes (especialmente en zona microcentro) no observan las reglas en forma tan comprometida.

«Además -agrega- andar en bici disminuye el estrés si el tránsito es organizado y ordenado. Es cierto, las ciclovías salvan de accidentes porque existe una barrera de protección y los siniestros más relevantes suelen ser en bocacalles o en sitios donde no hay ciclovías. Toda barrera de separación da dinamismo y al mismo tiempo seguridad porque separa la circulación del resto del tránsito. Pero, aun así, todavía el ciclista tiene que cuidarse mucho el automovilista que no lo respeta, y, por otro lado, tampoco el ciclista tiene incorporado que él debe respetar al peatón. Para que la bici funcione el tránsito tiene que estar organizado: acá vamos en el buen camino. Cuando se empezaron a construir las bicisendas muchos pensaban que era una estupidez, y hoy se ve que es bueno y sustentable.»

Mariana Salvador, que integra «Santa Fe en bici» (una iniciativa en esa provincia argentina que alienta el uso de este medio de transporte entre la población), añade que «las problemáticas de las ciudades latinas, en torno de la movilidad y uso del espacio público, son graves, y esto sobre todo por los impactos negativos del uso del auto en cuanto a la salud pública, porque producen accidentes y contaminación». Además, indica Salvador, en las últimas 4 o 5 décadas todas las obras de infraestructura urbanas de hicieron para los automóviles y las ciudades fueron pensadas entonces para los autos privados, sin tener en cuenta a los peatones, los ciclistas y los usuarios del sistema de transporte público. Es hora de pensar en ellos».

Buenos Aires aparece ubicado en el lugar 14 del ranking

Que Buenos Aires va por el buen camino parece ser una afirmación cierta si se tiene en cuenta el resultado del ranking Copenhagenize publicado a mediados del año pasado, que ubica a Buenos Aires en el puesto 14° de las 20 ciudades del mundo más amigables con las bicicletas. La lista está integrada por Amsterdam, Utrech, Estrasburgo, Eindhoven, Malmö, Nantes, Burdeos, Amberes, Sevilla, Barcelona, Berlín, Liubliana (capital de Eslovenia), Buenos Aires, Dublín, Viena, París, Minneapolis, Hamburgo, Montreal y evalúa indicadores tales como apoyo, cultura de bicicleta, facilidades para las bicicletas, infraestructura, sistemas públicos de alquiler de bicicletas, percepción de seguridad, políticas, aceptación social, urbanismo y tráfico.

Si bien en ciudades como Copenhague circula en bicicleta cerca del 80% de los habitantes y todo el sistema de transporte está integrado para fomentar su uso (por ejemplo, el ferrocarril, moderno, rápido y eficiente tiene vagones especialmente adaptados para llevar al bici con total comodidad), en Buenos Aires el alquiler de bicicletas es totalmente gratuito.

La licenciada Paula Bisiau, subsecretaria de Movilidad Sustentable de la Secretaria de Transporte de la Ciudad de Buenos Aires, dice que si bien entre nosotros no se hicieron estudios epidemiológicos sobre el impacto del uso de la bicicleta sobre la salud, «está claro que hacer un viaje en bicicleta de media hora por día cubre las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para evitar el sedentarismo, que es causa de numerosos problemas en la población».

Bisiau añade que actualmente en Buenos Aires existen 153 km de ciclovías y que para este año se esperan construir otros 25 km más, con lo que se habrán cubiertas todas las comunas porteñas. «El sistema público tiene 700 bicicletas que realizan entre 1500 y 2000 viajes por día -explica-. Hay 53 puntos donde tomarlas y dejarlas, principalmente cercanos a los lugares adonde la gente va a trabajar y aledaños. Si alguien vive lejos le sirve como último medio de transporte luego de tomar el tren, el colectivo o el subte, y si alguien vive cerca del trabajo, de 3 a 5 km, puede usarlo como único medio de transporte».
En cuanto a los riesgos de montar una bici en la ciudad, la funcionaria dijo que donde existen ciclovías la circulación es tranquila y segura, aunque admite que en calles como Perón o Alsina se deberán ampliar porque cuando se las hizo se privilegió dar una vía de llegada y salida hacia y desde el centro y no el ancho de las sendas. «En las ciclovías siempre hay una separación física, un hormigón, una distinción entre el tránsito vehícular y las bicicletas -explicó- y eso las hace muy seguras. Además, se intenta que vayan por calles secundarias a las principales avenidas. Las bicisendas, que van por la vereda, se usan cuando éstas son anchas, por ejemplo, sobre la avenida del Libertador».

Una invesigación de Cesvi indicó en 2014 que sólo el 8% de los usuarios de bicicletas públicas utilizaba el casco, contra un 85% de aquellos que montan su bici particular. «Tenemos tantos cascos como bicicletas dentro del sistema público -dijo la funcionaria-. Pero la gente prefiere usar el suyo propio». Otra conclusión de la investigación de Cesvi fue que el 35% de quienes andan en bicicleta no respetaban el semáforo. La discontinuidad de las vías de circulación, los contenedores de basura, las alcantarillas, los pasos a nivel, la invasión de las ciclovías con automóviles particulares y motos y el cambio de sector de éstas fueron otros de los problemas señalados por los ciclistas porteños.

La licenciada Bisiau concluyó que desde distintas ciudades del país (Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Rosario, Puerto Madryn, Neuquén, Bahía Blanca), le llegan consultas y solicitudes de asesoramiento sobre programas similares a los desarrollados en Buenos Aires respecto del uso de las bicicletas. «Queremos trabajar mucho este año. Es necesario que todos convivamos en el mismo espacio: los peatones, los automovilistas, quienes guían el transporte público, los ciclistas. Todos debemos aprender y la calle es uno de los escenarios donde más hace falta desarrollar esas pautas de convivencia».

Consejos de Santa Fe en bici:

-En las calles sin ciclovías circular siempre por la derecha, manteniendo una distancia prudencial de los autos estacionados para prevenir que algún auto abra la puerta sin mirar, lo que se conoce como “dooring»

-Hacerse visibles a través del uso de luces blancas adelante y rojas atrás y parpadeantes, chalecos refractarios y pulseras reflectivas.

-Usar el tradicional timbre de campanillas.

Fuente: http://arq.clarin.com/urbano/bicicleta-ciclovias-stress-transito_0_1514848808.html

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