La incidencia de los delatores a la hora de descubrir un fraude en la empresa

El fraude aseguradorEl periódico inglés The Economist dice en un artículo que lo ideal sería que las propias firmas pusieran en marcha un sistema formal para escuchar y tomar nota de las quejas

La polvareda que se levantó en septiembre pasado sobre el fraude de Volkswagen en Estados Unidos aún se mantiene en el aire y da paso a nuevas visiones y acciones para que el hecho no pueda repetirse. Recordemos que la empresa alemana instaló un software que permitía engañar sobre las emisiones de CO2 a los organismos de control. Hasta tal punto llegan las consecuencias que el periódico inglés The Economist publica un artículo con el impactante título La era de los delatores (The age of the whistieblower), donde se plantea la posibilidad de que se promuevan las denuncias de cualquiera de los empleados de una empresa que detecte operaciones ilícitas.

En 2007 se abrió un departamento dependiente de la Internal Revenue Service (la AFIP del país del Norte) que se ocupa de recibir denuncias, investigarlas y actuar en consecuencia. Sintetizando, cualquiera puede elevar una denuncia sobre operaciones «non sanctas» que involucre tanto a individuos como a la organización.

El artículo del periódico inglés concluye: «Lo ideal sería que las propias empresas pusieran en marcha un sistema formal para escuchar y tomar nota de las quejas, por su propio bien así como por el de los denunciantes. Cuando la gente fracasa al reportar una irregularidad, a menudo la razón principal no es el temor a las represalias, sino la sospecha de que no se va a hacer nada al respecto. Las empresas a menudo consideran que los delatores están motivados por la venganza o por la avaricia. Pero los estudios muestran repetidamente que la mayoría se mueve conducida por corregir algún mal. Por eso más del 90% de las personas que se deciden a denunciar, hacen sonar la alarma primero internamente, en vez de correr directamente hasta las autoridades o la prensa. Si se les da la oportunidad lanzarán antes una advertencia que una acusación».

Siguiendo la tradición del Lejano Oeste, en Estados Unidos hay recompensas, con un promedio de US$ 2,5 millones desde 2010. Éstas traen a su vez algunos problemas, porque no faltan quienes presentan denuncias falsas, con la esperanza de recibir algún «puñado de dólares», parafraseando el título de un famoso western italiano, dirigido por Sergio Leone.

El tema no es sencillo, ya que se enlaza con las distintas culturas. En Alemania, señala el artículo, cuando los denunciantes se presentan ante un ente público pueden tener demandas por difamación. En el Reino Unido es la tercera mejor respecto de la protección legal a los denunciantes, dentro del G20.

¿Es válido abrir esta posibilidad de denuncia sobre ilícitos cometidos por la empresa o sus miembros? Puede ser objeto de discusión, pero si le intención es lo que valiera, podríamos afirmar que es la mejor herramienta para combatir, entre otras cosas, la corrupción, tanto en la actividad pública como en la privada.

Un manejo ilícito, ya sea por operaciones financieras, es detectado con facilidad por los empleados de cualquier nivel. Porque es imposible ocultarlo y acá entran en juego los delatores, en tanto se encuentren protegidos, como los testigos de crímenes que se instrumentan desde las instituciones judiciales. Pagar «en negro», por ejemplo, es un procedimiento visible y demostrable con facilidad.

Entonces demos lugar a la fantasía e imaginemos un sistema donde las operaciones ilegales no tengan posibilidad alguna, porque todo puede salir a la luz, evitando que un empleado pase a ser un cómplice en vez de trabajador. A menudo, estos roles se superponen y crean conflictos éticos personales, difíciles de resolver y a algunos, no todos, hasta les quitan el sueño.

Jorge Mosqueira

(fuente: http://www.lanacion.com.ar/1864833-la-incidencia-de-los-delatores-a-la-hora-de-descubrir-un-fraude-en-la-empresa)

Lectura sugerida por Presidencia del CA – Muchas gracias María Belén Gomez por aportarla.

 

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