¿Es el cooperativismo una doctrina utópica, condenada a no evolucionar? ¿Qué entendemos por evolucionar? ¿Qué o quienes impiden su evolución?
“La historia de América Latina es la historia del despojo de los recursos naturales”. Eduardo Galeano.
Intentar, ensayar, unos primarios y torpes pasos sobre una temática, que muchos lo han encarado con mayor solvencia intelectual, es, cuanto menos estresante, pero la realidad cotidiana nos obliga, nos interpela ferozmente: Ciencia y utopía en el cooperativismo.
¿Es el cooperativismo una doctrina utópica, condenada a no evolucionar? ¿Qué entendemos por evolucionar? ¿Qué o quienes impiden su evolución? Son sólo algunos pocos interrogantes de los muchos que pudiéramos hacernos para desbrozar marañas de prejuicios, intereses, contradicciones, necesarias para indagar profundamente en las causas y efectos de este fenómeno social-económico denominado Cooperativismo, en fin…
Robert Owen (1771-1858) Padre del cooperativismo, pensador y activista del primer socialismo británico, socialismo, por cierto, denominado utópico, en razón, según uno lea un argumento u otro, en que Owen no se apoyó en la ciencia sino más bien en ideales de mejorías o reformas posibles al capitalismo industrial.
Sin embargo, el conocimiento de Owen provenía de su vastísima y profunda experiencia como empresario, como industrialista, unificada a una poderosa mentalidad ética, humanista y visionaria que la volcó en sus escritos y prácticas, lecciones extraídas de genuinos laboratorios de experimentación de mejoramiento humano en la localidad New Harmony -Indiana-, Estados Unidos, “para crear un nuevo mundo moral que regenerara a la sociedad y transformara la naturaleza del hombre”, apuntaba a superar una ley capitalista: La desigualdad social y económica que produce hambruna, desocupación, injusticia social en los trabajadores y crecientes ganancias en los propietarios.
Ahora, si examináramos con detenimiento cualquier aspecto de la cooperación en función empresaria y movimiento social, observaríamos, sin sudor por esfuerzo, que Owen nutrió con sus enseñanzas y conocimientos, y que encuentran anclaje, por ejemplo, en la ciencia de la administración, sociología, economía, política, ideología, ecología, Pedagogía y otras. ¿Acaso, en su tiempo, pudo avanzar más al estar estos conocimientos, prácticamente, en pañales?
¿Pudiera ser que, Owen y sus contemporáneos, haber dotado o descubierto las leyes científicas de la cooperación? Ellos estuvieron apremiados por dar respuesta positiva al tremendo sufrimiento humano, al infortunio social que ocasionó el proceso revolucionario industrialista.
Sin embargo, allí están, en su seno, en su vientre, las leyes científicas emanadas de la cooperación como obra humana, como creación noble y sublime, contestataria al capitalismo depredador. Es deber de muchos descubrir y traer esas leyes científicas de la cooperación a la luz del siglo XXI, para sistematizarlas, otorgarles rigor analítico, metodológicos y dotar a la cooperación de lo que le es propio.
Ciencia, doctrina, utopía son universos necesarios en la caminata de la humanidad en su viaje, en su derrotero hacia la auténtica libertad y equidad, tropezado por el egoísmo, la mezquindad, por el valor de la mercancía en desmedro de la fraternidad. Utopía es la subjetividad positiva, es la energía que mueve el músculo y permite pronunciar el verbo. “En la utopía de ayer, se incubó la realidad de hoy, así como en la utopía de mañana palpitarán nuevas realidades”, nos alecciona José Ingenieros.
Al contemporáneo cooperativismo, y sobre todo, al cooperativismo Latinoamericano, por su historia y actualidad subdesarrollada, ya no le es admisible permanecer alejado de sus leyes internas de su desarrollo como fenómeno teórico y práctico, creación humana, ya es tiempo de dejar de refugiarse en sus verdades involucionadas, en las certezas de lo noble de sus propósitos, debe mostrar y poner en funcionamiento sus leyes transformadoras y exigir, consecuentemente, su sitial en la redención de una civilización mundial exhausta de mentiras y atropellos.
A nuestro modesto entender, la cooperación pertenece a la ciencia que explica o que encuentra su irrupción en una dimensión social, materializada en una peculiar forma de organizar la producción y distribución proporcional de beneficios, simbolización de conocimientos históricos, teóricos y prácticas visionarias, anticipatorias y que, además, explican realidades sociales contrapuestas a la condición humana.
La cooperación posee virtudes y en razón a ello traemos a colación un artículo ya publicado denominado “Enfoques cooperativos; Hoy: “¡Juntad diez personas bajo la concepción de unidad y habrá cooperativismo, por el contrario, juntad diez personas bajo concepción individualista y habrá esclavitud!”.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!
José Yorg
(fuente: http://www.gestarcoop.com/novedades/noticias/34-mundo-cooperativo/381-enfoques-cooperativos-hoy-ciencia-y-utopia-en-el-cooperativismo.html)