UN LADRÓN QUE ROBA A OTRO LADRÓN, TIENE CIEN AÑOS DE PERDÓN. Su contenido echa un manto de piedad sobre aquel que ha tomado lo que no le pertenece, siempre y cuando la víctima del robo sea un ladrón o estafador. Se advierte que aquí se impone un criterio social bastante extendido y es aquel que apunta a que no siempre hay que esperar la intervención de la justicia oficial o bien que no está del todo mal perjudicar a alguien que se la ha pasado perjudicando a otros.
Es curiosa la originalidad de la frase armada de tal forma que permita una justificación de un delito con una simple rima en su remate (ladrón con perdón). Es evidente que esta expresión popular convalida lo que habitualmente se ha entendido como un delito, el robo.
¿El origen? Una versión indica que esta frase de dominio público se popularizo en el siglo XVII en Europa, donde el diezmo era obligatorio (como hoy los impuestos) y principalmente era para el sustento de sus Reyes. Y claro el pueblo cansado de tantos abusos decidió que el robar o no pagar diezmo a los monarcas, sería un pecado pequeño en comparación de los demás pecados capitales que cometían los monarcas.