Un antiguo proverbio árabe reza: “Cuatro cosas hay que nunca vuelven más: una bala disparada, una palabra hablada, un tiempo pasado y una ocasión desaprovechada”.
Analizando la realidad de la gestión sustentable de las empresas y del sector público en Argentina durante los últimos años, pareciera que algunos segmentos del proverbio cobran especial relevancia. Particularmente los referidos al paso del tiempo y a las ocasiones desaprovechadas.
No es bueno generalizar. El país registra numerosos ejemplos de gestiones serias y sostenidas en el tiempo, con empresas que han avanzado y profundizado su compromiso responsable con sus stakeholders con el correr del tiempo; llevando a la Sustentabilidad cada vez más cerca del corazón del negocio.
Sin embargo, también muchas compañías han desaprovechado – sobre todo en el último lustro – la oportunidad de apoyarse en la Sustentabilidad como un elemento diferenciador (¡de su competencia!), como un factor que les permita ser más competitivas o relacionarse de manera diferente con la comunidad, con la sociedad, con todos los grupos de interés.
Por momentos da la impresión de que muchas empresas – y ni qué hablar de ciertas entidades del sector público -, a la hora de su planificación estratégica, no contemplan siquiera mínimamente un mapeo de sus públicos de interés ni de sus principales expectativas con relación a la organización. En estos tiempos, esto equivale a volar sin instrumental un avión lleno de pasajeros. Aunque suene categórico, no mapear a los públicos de interés (ni su posición, expectativas, intereses) atenta contra el establecimiento de los asuntos “materiales” de la empresa / entidad. Atenta contra una gestión que dé realmente en el blanco y permita abordar lo que a la empresa/organización pero también a otros les importa. Lo material, en este caso, sí importa.
Por asuntos materiales, me refiero al Principio de Materialidad sobre el cual ha puesto tanto hincapié el Global Reporting Initiative (GRI) en su Guía G4. Dicho principio establece que las memorias han de abordar aquellos aspectos que reflejen los impactos económicos, ambientales y sociales significativos de la organización, o influyan de un modo sustancial las evaluaciones y decisiones de los grupos de interés.
Traduciendo: que las empresas y entidades se ocupen de gestionar y reportar su desempeño en aquellos temas e impactos centrales, relevantes, significativos derivados de su actividad esencial. Por ejemplo; una industria extractiva no podría nunca dejar de gestionar su desempeño ambiental, porque precisamente por ese motivo la estarán observando mayormente sus stakeholders. La industria automotriz deberá redoblar esfuerzos en pos de la movilidad sustentable o la promoción de vehículos menos contaminantes; en pos de la educación vial o de mejorar significativamente la performance de los autos a combustión. Las compañías de Recursos Humanos serán observadas por sus aportes al empleo, por la inclusión sustentable de colectivos desfavorecidos al mundo del trabajo, por sus aportes a la mejora de la empleabilidad.
MATERIALIDAD
En cuanto a la industria alimenticia, los grupos de interés presionan por asuntos relacionados con las grasas, azúcares o sales que contienen sus productos; potenciales riesgos derivados de su ingesta, o bien por los impactos negativos sobre la salud y nivel de obesidad de algunas sociedades cuando se conjugan alimentos de alto valor calórico con conductas sedentarias generalizadas.
El PET que termina en la calle o en basurales es un asunto sumamente material para las empresas productoras de gaseosas y/o embotelladoras, como también el agua que emplean para fabricar su producto. La educación financiera y la responsabilidad en la comunicación de las condiciones crediticias lo son para las compañías de la industria financiera.
Se podría seguir ahondando con ejemplos, pero el concepto es claro. Los stakeholders esperan de las empresas y organizaciones que atiendan y se dediquen a los temas que los afectan, influyen en sus decisiones y los involucran. De allí que, para tener cercanía y comprender de primera fuente las expectativas de sus grupos de interés, deberán ahondar – sin demoras – en procesos de diálogo, en la escucha activa como herramienta, y en la gestión y reporte de los asuntos materiales.
Volviendo al proverbio inicial, ello permitirá que a las palabras no se las lleve el viento, que las empresas / organizaciones sean mucho más estratégicas en la gestión de sus impactos y comunicación de sus indicadores, pero especialmente que no siga pasando el tiempo mientras se desaprovechan tantas oportunidades de abrazar en forma real y definitiva un tema que es clave para construir el mundo que viene.
Fuente: Por Alejandro Roca, Director Ejecutivo del Instituto Argentino de Responsabilidad Social Empresaria (IARSE).